Eficacia y algo más

| 29 SEPTIEMBRE 2015 | ACTUALIZADO: 29 SEPTIEMBRE 2015 8:06

Se acercan los ansiados Premios a la Eficacia, promovidos anualmente por la Asociación Española de Anunciantes. Los que hemos asistido desde sus inicios no podemos estar más satisfechos de su evolución. Aunque siempre hay luces y sombras, claro. Ni es oro todo lo que reluce, ni están todos los que son.

Recuerdo las maratonianas galas presentadas por un Juan Ramón Plana, cuya ilusión en el evento era proporcional al agotamiento que provocaba en el espectador. Buen hombre, Juan Ramón, aunque quizá debió pasar el relevo un poco antes y así evitarnos galas patéticas como la de los tíos de Atapuerca vestidos de Coronel Tapiocca.

Pero a lo que íbamos. Llegan los Premios Eficacia y como en este sector todo se sabe, pues uno se entera de quién te zancadillea y quién te echa un capote. Porque esto de los apoyos, los lobbies, etc.; existen. Siempre ha existido en política, en el cine y… en la publicidad, claro.

El problema es que en esto de ser juez y parte (por mucho que los jurados salgan de la salita cuando se hable de sus casos) es muy difícil. Porque el ser humano es un ser tremendamente envidioso. Nadie se quiere quedar sin el preciado metal, es muy humano.

No pongo un pero a los Grandes Premios de los últimos años, bien armados y justificados en su mayoría. Pero cuando llega el reparto del botín de oros, platas y bronces aquello comienza a parecerse un poco a un rastrillo donde todo es posible. Incluso que sean premiadas acciones absolutamente irrelevantes para la mayoría de los mortales.

Pero es lo que tienen los premios. Y eso que estos son bastante objetivos en comparación con el mamoneo que uno se encuentra en El Sol (antes en la bella Sanse y ahora en el gris Bilbao). Pero es lo que ocurre cuando se trata de una lucha de egos. Quizá por eso no se suele ver a muchos anunciantes por allí.

Como se anunciaron una vez (en plan cachondeo) dos colegas de una agencia: “Aquí todo el mundo va a lo suyo, menos nosotros que vamos a lo nuestro”. La realidad es que años después ambos dejaron de ser socios y la cosa no acabo bien. ¿Quizá por ir demasiado a lo suyo? Quién sabe…

Y ese es el problema, que en este querido sector hay demasiada gente que va a lo suyo, y es capaz de casi todo por salir en la foto o llevarse un trozo de metal con forma de moneda (muy feo, por cierto).

No sé qué casos ganarán en esta edición de los Eficacia. Pero tened muy claro que si no os coméis un colín quizá sea porque no teníais un buen amigo en el jurado, o un buen caso. Ley de vida. Es lógico. Es humano.

Que la suerte os acompañe.