Lobby, apellido y olvido

| 9 FEBRERO 2016 | ACTUALIZADO: 9 FEBRERO 2016 12:56

El otro día compartí mesa y mantel con un viejo conocido. Empezamos hablando de la familia, los hijos, los colegios… y de repente me espetó: “¿Te has enterado?” Mis orejas se pusieron en punta y, claro, le dije que era todo oídos.

La historia que os cuento no es un caso aislado y lo he visto ya unas cuantas veces. En este caso, la protagonista es una de esas grandes y pomposas agencias de comunicación siempre prestas a rodearse de gente influyente para hacer lobby.

Pues bien, una de estas conocidas agencias -con sede en Madrid y sucursales por Latinoamérica- parece que le ha cogido el gustillo a esto de fichar a personajes con apellidos conocidos. El caso que nos atañe se refiere al hijo de un político, salpicado hoy por un (presunto) caso de corrupción. En este país ya nos hemos acostumbrado a las “sentencias mediáticas” antes de cualquier resolución judicial.

Pues bien, parece que la agencia de comunicación que un día contrato a este joven (muy preparado, según me cuentan) decidió darle la “patada” tras conocer la noticia. Parece que al joven le llevaron a un despacho para que dijera públicamente (quién sabe si lo estaban grabando, o no) que éste nunca les dijo que tuviera poderes para gestionar la empresa de su padre. Pero, mmmm… ¿y por qué tenía que haberlo dicho? Es un tema familiar, personal… y ya está.

Pues bien, todo este galimatías sólo pone sobre el tapete lo que son hoy las agencias/empresas: cuando te necesitan, te alaban; te pagan un dinero indecente y, cuando no les necesitas, te dejan caer al vacío sin piedad.

Es un juego al que deben enfrentarse todos aquellos que un día pensaban que tal o cual compañía les fichaba por su valía y no por su apellido. Que se lo digan a Urdangarín…

Vivimos en un país de apariencias, donde la agencia de contactos que tengas interesa más que tu valía personal. Eso es lo de menos. Y claro, al final te acabas convirtiendo en mercancía. Así es la vida.

Unos tanto y otros tan poco.