¿Un relevo para Sorrell?

| 15 MARZO 2016

Hace ya unos años coincidí con Martin Sorrell, CEO del grupo publicitario mundial WPP, líder en ingresos. Tras el tradicional debate en el que participó en el Cannes Lions Festival le sugerí que se estaba comentando su renuncia y pronta jubilación. Me miró con gesto de pocos amigos y con cara de incredulidad. Ahora entiendo por qué.

Este pequeño (de estatura) gran ejecutivo británico estaba entonces cerca de cumplir los 65 años, edad más que respetable para que cualquier millonario se plantee un retiro dorado en una isla paradisíaca. Ayer leía en el “Financial Times” que Sir Martin cumple 70 años y no sólo no piensa en abandonar el barco sino que mantiene una agenda apretada y muchos proyectos.

Durante su reinado, Sorrell ha realizado innumerable adquisiciones de agencias de todo tipo y en todo el planeta. Parece que la cosa no le ha ido mal, aunque cuando ha tenido problemas parece que sus accionistas se lo han perdonado.

«Sir Martin cumple 70 años y no sólo no piensa en abandonar el barco sino que mantiene una agenda apretada y muchos proyectos».

Otra cosa son algunos de los altos ejecutivos que le han tenido como “líder supremo”. Conozco a algunos de ellos y todos coinciden en señalar que a Martin no le gusta perder ni al parchís. Y cuando se trata de defender los intereses de su holding es capaz de actuar como un bulldog. Pero algunos de esos ejecutivos le ha salido respondón. Hace años, Guillermo Navarro (ex CEO de Young & Rubicam) acudió a los tribunales para reclamar justicia, ante lo que creía un despido improcedente y sin una liquidación importante reconocida en el contrato. Creo recordar que tras mil recursos de WPP y años de batalla legal, parece que David (o sea Navarro) venció a Goliat. Algo insólito.

Pero este es solo un botón de muestra. A Fernando Ocaña (ex CEO de Tapsa/Y&R) tampoco le fue mal con Martin. Le consiguió colocar (fusionar) una maltrecha Tapsa (en su momento más decadente) con una Young & Rubicam, también de capa caída en ese momento.

Como se puede comprobar, este gentleman de la publicidad es incombustible y parece dispuesto a morir con las botas puestas. Lo que sigue siendo un misterio entre sus colegas es quién es su “delfin” en la sombra. Pero mientras los beneficios y las fuerzas le acompañen, mucho me temo que tenemos Sorrell para rato.

Sus accionistas, por ahora, dan palmas con las orejas.