129 ejecutivos de distintos proyectos editoriales respondieron en enero a las preguntas de Marfeel, empresa que proporciona a medios la tecnología para optimizar la monetización en versiones móviles de sus webs. Y el resultado muestra cómo el tamaño de la audiencia condiciona las estrategias de captación o retención de usuarios, así como el enfoque en el desarrollo de negocio.
De ese modo, las webs informativas con menos de un millón de lectores mensuales son más proclives a tener las redes sociales como mayor fuente de tráfico, mientras que ese porcentaje cae cuando se trata de medios con entre 1 y 10 millones de lectores y repunta la importancia de Google. Por encima de esa cifra de audiencia, los encuestados citan mucho más el tráfico directo como vía de acceso mayoritaria y la importancia de las redes sociales queda diluida en su discurso.
La diferencia entre esos tres tipos de medios se traslada igualmente a la manera de intentar atraer a más usuarios y el negocio aparejado a ellos. Si los que tienen menos de un millón de lectores son más propensos a citar la calidad de los contenidos como su gran estrategia comercial, los que se encuentran en el rango entre 1 y 10 millones confían más en mejorar la usabilidad de sus propiedades digitales. Y los mayores actores del mercado ya citan con más frecuencia que están centrados en diversificar la monetización para hacer crecer su negocio.
El estudio también indica que la prioridad para unos y para otros sigue siendo la adquisición de nuevos usuarios, más que la creación de hábitos entre los que ya lo son. Aquí emerge de nuevo la importancia de las redes sociales para conseguirlo, especialmente con la creación de vídeo corto ajustado para esas plataformas.
Por último, los encuestados dejan un amplio margen de penetración a la programática, ya que el 52% de ellos indica que los acuerdos directos son su mayor fuente de financiación y solo el 5% apunta que las pujas automáticas componen su fuente de ingresos más rentable. De hecho, el 42% cita la falta de transparencia como el peor aspecto de la programática.
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