Lidia Sanz: Repensar los orígenes

| 23 MARZO 2017

La velocidad a la que gira el mundo hace saltar por los aires muchos dogmas, axiomas, paradigmas o principios innegables e irrefutables. La reconversión, la adaptación o la convivencia de las dicotomías marcan el camino.

Por una parte, los anunciantes debemos adentrarnos más en el entorno tecnológico pero al tiempo debemos rodearnos de mayores medidas de seguridad. Los robots, incluso sin supervisión humana, cada vez son más comunes en la sociedad, pero el Parlamento Europeo ya ha mostrado su preocupación por la inteligencia artificial y establecerá una serie de normas para su desarrollo; esto me recuerda que al tiempo que despojamos de nuestras vidas a los humanistas algo nos dice que estos serán vitales en el futuro.

Vivimos una dicotomía sin parangón e igual no nos vendría mal repensar los orígenes en este mundo que se divide, cada vez más, entre los que tienen y los que no, entre los que abanderan una vertiente ideológica o la contraria, con una brecha política, social, cultural, y económica acrecentada por las nuevas post verdades.

Nos desintegramos cuando enarbolamos la bandera de lo digital, porque hoy en día ya no podemos distinguir entre lo físico y lo virtual, debemos de integrarlo con el resto de la comunicación.

Los consumidores exigen cada vez más una mayor implicación de las marcas en los problemas de la sociedad y su reputación dependerá, en buena medida, de la gestión que hagan en este sentido. Sin embargo, es una labor de encaje de bolillos intervenir y tomar partido en unos problemas sí y en otros no sin que brote ninguna herida.

«Los consumidores exigen cada vez más una mayor implicación de las marcas en los problemas de la sociedad».

Corremos, corremos, y corremos, innovamos a ritmo vertiginoso, mucho más que la competencia, porque transformarnos, adelantarnos, y coronar el éxito son nuestros objetivos. Vamos de sorpresa en sorpresa y cargados de efectos especiales.

Pero cuando la línea entre tanta dicotomía necesaria se hace demasiado fina, quizá debamos recuperar nuestro espíritu en este ciclo que al tiempo que escruta la marca como nunca se había hecho antes, constituye la mejor época de la historia para trabajar en marketing y comunicación.

Para poder llevar este frenesí a buen puerto alambicando los mil brazos que se derivan de nuestra actividad, sería conveniente repensar nuestras raíces y, tratando de no perder el ritmo, revisar los puntos de partida ya que, a veces vemos la vida del color de las gafas que usamos, pero la realidad es tremendamente amplia.

Estamos en un momento en la industria publicitaria en el que los principales actores debemos reestablecer las reglas necesarias que nos ayuden a ir implementando las mejores prácticas publicitarias para que con tanta velocidad no perdamos el foco.

Nuestros procedimientos para hacer que esta maquinaria se mueva en la buena dirección deben de regirse por la transparencia, solo así se alcanzará la máxima credibilidad y confianza entre nosotros mismos, en nuestro sector y, como resultado final, en el destinatario más importante, el consumidor.

«Uno de los seis retos mundiales que marcarán el rumbo de la industria publicitaria lo constituye los problemas de confianza».

Las cifras nos siguen alertando de esa dicotomía que debemos de saber gestionar, por un lado, en 2021 habrá en el mundo más teléfonos móviles -5.500 millones-, que cuentas bancarias -5.400 millones-, suministros de agua corriente o líneas de telefonía fija, y gracias a las mejoras en la velocidad de la red y al mayor consumo de video móvil, se multiplicará por siete el tráfico de datos móviles en los próximos cinco años.

Pero, por otro lado, Google ha retirado, solo en 2016, 1.700 millones de anuncios en la lucha contra los malos anuncios y los estafadores en Internet.

Este es solo un ejemplo de la gran realidad a la que nos enfrentamos y es que uno de los seis retos mundiales que marcarán el rumbo de la industria publicitaria lo constituye los problemas de confianza, que ya es una de las mayores lacras que afecta al mundo digital, al publicitario y al general. Por eso es necesario favorecer el consenso del sector para tratar de minimizar o de acabar con estos problemas.

Si no seguimos una ruta clara y repensamos nuestros estándares de calidad, retornos y control en todos los procesos de comunicación, en nuestras relaciones comerciales, y en la cadena de distribución de medios, terminaremos en una tempestad de movimientos que nos obligará a caminar en círculos y a no avanzar. Debemos de procurar que la sostenibilidad de nuestro negocio sea contagiosa, sea una actitud, y una mentalidad.

En nuestro XII Foro Profesional del Anunciante “Desde la transparencia a la confianza: chequeo a la industria publicitaria”, abordamos estos planteamientos.