Camilo Granada: «La comunicación fue uno de los principales desafíos del proceso de paz de Colombia»
El colombiano Camilo Granada tuvo un papel fundamental en el proceso de paz de su país para acabar con el terrorismo de las FARC, en su cargo de Alto Consejero Presidencial para las Comunicaciones del Gobierno del presidente Juan Manuel Santos entre los años 2016 y 2018.
También fue un alto cargo durante la administración del presidente César Gaviria (1990-1994), en los años de plomo del narcotráfico colombiano.
Actualmente es consultor independiente en comunicaciones estratégicas, reputación, manejo de crisis y asuntos públicos.
Camilo Granada es uno de los ponentes en la Cumbre Iberoamericana de Comunicación Estratégica, CIBECOM’19, que se celebrará entre los días 8 y 10 de mayo en Madrid. El experto participará en la conferencia «¿Cómo generar cambio social en la ciudadanía?»
Durante su participación en el proceso de paz de Colombia, ¿Cómo se gestionó desde el punto de vista de la comunicación?
El proceso de negociación duró más de 6 años desde 2010 hasta finales de 2016. Los dos primeros años fueron de absoluta confidencialidad. Cuando se instaló la fase abierta, se acordaron protocolos para comunicar los avances. Sin embargo, no siempre fue fácil mantener la disciplina de las partes. Por otro lado, la negociación se organizó por temas secuencialmente, pero solo habría un acuerdo cuando todo estuviera acordado. Eso hizo más complejo el explicar los avances sin tener todo el panorama completo de lo alcanzado.
Una vez alcanzado el acuerdo, el tiempo previsto para presentarlo a los votantes fue muy corto. Ya se habían instalado en la opinión pública mitos sobre lo pactado que fue difícil contrarrestar en la campaña del plebiscito.
Para esa campaña, la tarea del gobierno, por ley, era explicar y divulgar el contenido de los acuerdos. La campaña por el Sí debían hacerla los partidos políticos y las organizaciones sociales. Desde el gobierno recurrimos a todos los formatos, desde los spots en radio y televisión, pasando por la prensa escrita y por supuesto el mundo digital y las redes sociales. Creamos páginas dedicadas a explicar el contenido del acuerdo y baterías de mensajes para las redes que además generaran tráfico hacia la página principal del acuerdo.
¿Qué importancia diría que tuvo la comunicación en el éxito del proceso?
La comunicación se convirtió en uno de los principales desafíos del proceso. Se combinaron las restricciones propias de los ritmos de la negociación con el debate político entre quienes lo apoyaban y quienes lo atacaban. Al final sin embargo, creo que la comunicación fue un factor clave para que la aspiración de la paz no se frustrara luego de los resultados del plebiscito y que la ciudadanía se movilizara para exigir que se llegara a un nuevo acuerdo.
«El proceso de negociación duró más de 6 años desde 2010 hasta finales de 2016. Los dos primeros años fueron de absoluta confidencialidad. Cuando se instaló la fase abierta, se acordaron protocolos para comunicar los avances».
¿Cómo se gestiona la incertidumbre que se crea en la gente en este tipo de
procesos, donde hay más preguntas que respuestas?
Lo más importante en estas situaciones es mantener la escucha activa frente a las preocupaciones y dudas de la ciudadanía. Lo que a los más interesados y conocedores puede parecer obvio, no lo es para el ciudadano de a pie. No se puede menospreciar o desechar los temores y las angustias de diferentes sectores de la sociedad. La gente está dispuesta a entender que no haya certezas, lo que no acepta es que no haya diálogo. Es fundamental abrir y mantener la conversación ciudadana.
Parte de la sociedad no estuvo ni está de acuerdo con los términos del proceso.
¿Cómo es la gestión de la comunicación con este tipo públicos tan difícil de
convencer?
La principal dificultad en estos escenarios surge de la polarización extrema, las mentiras y las exageraciones. Frente a esto es necesario no quedarse en la superficie de la coyuntura, el trino o el meme. Es necesario entender las angustias, preocupaciones y temores que subyacen y que son alimentados por las campañas. La honestidad, incluso para reconocer errores, dificultades, atrasos, es clave para conectar con la gente y que no caiga presa de las generalizaciones y las exageraciones.
También estuvo en la administración colombiana en los años de plomo de Pablo
Escobar y el narcotráfico ¿Qué papel tuvo la comunicación en ese proceso?
Frente al terrorismo ciego y frente a la percepción de que es imposible vencer a los terroristas la principal –y la más difícil—tarea es mantener la moral en alto y evitar que el derrotismo se adueñe de la opinión. En estas situaciones, como en todas las crisis, es necesario mostrar empatía, firmeza y capacidad de respuesta, aún frente a la coyuntura más dramática.
«Las series deberían ayudarnos a mantenernos vigilantes frente a los riesgos que esas organizaciones representan para la sociedad».
¿Ayudan a suturar las heridas la explosión de series de esa época?
Personalmente creo que algunas de esas series han romantizado e idealizado el mundo del crimen y del terror. Si no se hace con cuidado, ese tipo de recreaciones ficcionalizadas hiere a las incontables víctimas y a los héroes anónimos que enfrentaron a esos criminales. Sin embargo creo que es importante para una sociedad, y para el mundo, recordar y reconocer el pasado, para evitar cometer los mismos errores nuevamente. En el caso de los cárteles, las mafias, su violencia sanguinaria, su desprecio por los valores más básicos de la vida se repiten una y otra vez. Y en muchas partes, vemos una tendencia a subestimar su peligro. Las series deberían ayudarnos a mantenernos vigilantes frente a los riesgos que esas organizaciones representan para la sociedad.
¿Hasta qué punto considera acertado que en la comunicación política actual se
destaquen más los errores del contrario que las virtudes de uno? ¿Acaso no se trata de un planteamiento diametralmente opuesto al promovido en otros ámbitos de la comunicación corporativa?
Creo que la publicidad negativa es mala en cualquier campo, en lo corporativo y en lo político. Alguien dijo alguna vez, no ensucies la categoría. No venderás más hamburguesas hablando mal del producto de la competencia. Lograrás que la gente coma menos hamburguesas. En política esto tiene un agravante mayor: Es la democracia, las instituciones las que se debilitan, haciendo la cama para los populismos, los extremismos y los caudillismos. Por supuesto que es necesario denunciar lo que está mal. Pero a fuerza de pregonar que todos los adversarios son perversos, es la democracia como forma de gobierno y de toma de decisiones la que se debilita. Ejemplos de estos abundan en América Latina, pero también en Europa y en Norteamérica.
¿Diría que la comunicación puede reparar cualquier daño?
No. Creo que la honestidad, la empatía y la transparencia ayudan a reparar el daño. La comunicación sirve para hacerlos visibles y que sean recibidos por aquellos que fueron afectados. La comunicación no es la panacea. Es una herramienta para conectar, fundamental pero solo es efectiva si se hace con rigor y método.