Jaime Lobera, el ‘charcutero’ del marketing
No puedo omitir la noticia del mes, o al menos una de ellas. La reelección de Jaime Lobera (Campofrío) como presidente de la Asociación Española de Anunciantes. Han hecho bien. Lobera es respetado por agencias, medios y anunciantes. He tratado con muchos anunciantes en mi vida pasada, pero ninguno como él. ¿Tiene súper poderes? ¿Es de otra galaxia? Pues va a ser que no.
Lo que creo que llama más la atención de este personaje es su autenticidad y su profesionalidad. Es transparente, honesto, empático, sin caretas, y no le falta siempre una nota de humor hasta el punto de autodenominarse un “charcutero” del marketing. Y encima ha logrado situar una marca de embutidos en lo más alto del ránking de la creatividad española. Apelotante, vamos.
Me cuentan que varias agencias han intentado trabajar para Campofrío. Me han dicho algunos creativos (a puerta cerrada) que “ojalá hubiera más Loberas entre los clientes”. Seguro que este profesional tendrá sus detractores (la envidia es deporte nacional), pero este tipo sabe lo que hace, dice lo que piensa y cree en lo que hace. Y, claro, se ha ganado al respetable. Basta con ver la entrevista que le hizo Risto Mejide en el Día C del CdeC en Donosti. ¡Chapeau!
El cambio de agencia creativa (McCann Erickson por El Laboratorio) supuso en su momento un antes y un después en la marca. Curiosamente esta segunda agencia está hoy integrada en McCann pero gestionando otras cuentas. Hasta ahora nadie ha puesto un “pero” al trabajo de Mónica Moro y sus equipos. Pero saben que no se pueden dormir en los laureles. Porque son muchos los “moscones” que sobrevuelan en busca de su oportunidad.
«Lobera es respetado por agencias, medios y anunciantes. He tratado con muchos anunciantes en mi vida pasada, pero ninguno como él».
Intuyo que los mexicanos que compraron la multinacional española están encantados (y orgullosos) con el nivel creativo de las campañas de su marca española. No es para menos. Lo lógico es que acabaran exportando ideas a sus nuevos propietarios, de los que solo he escuchado cosas buenas.
Los que deberían estar tirándose de los pelos son los que en su día decidieron prescindir de una persona que hoy se rifaría cualquier marca de gran consumo. Algunos sabemos bien qué pasó y quiénes cometieron el “jaimenicidio”. Pero sé que él siempre ha preferido pasar página, así que esto lo dejaré para su epitafio. Ya se imaginarán que alguien no jugó limpio, y no fue el afectado, obviamente. Con su pan se lo coman. Y una buena cerveza con tapita de jamón incluida.
La vida pone a cada uno en su sitio. En este caso, así lo creo.