Comunicación farmacéutica en pandemia: «Una cosa es la regulación a nivel de no publicitar medicamentos y otra la transparencia»

| 8 ABRIL 2021 | ACTUALIZADO: 9 ABRIL 2021 8:41

La comunicación del sector sanitario lleva más de un año en primera línea de la crisis. Especialmente la industria farmacéutica, que ha demostrado una alta capacidad de respuesta en un contexto tan crítico como impredecible, informando de los avances en tratamientos contra la pandemia al mismo tiempo que se producían.

El equipo de Health de LLYC ha elaborado un informe en el que analiza el papel de la comunicación farmacéutica durante la situación derivada del coronavirus, que ha sido fundamental en términos de investigación, no solo en su actividad en el desarrollo de vacunas sino también en la búsqueda de soluciones terapéuticas contra el coronavirus. «En un contexto muy hostil, la activación de los planes de contingencia y la preponderancia como industria han resultado fundamentales», señala el documento.

Con el proceso de vacunación iniciado en la mayoría de países del mundo y la perspectiva de que el fin de la pandemia está más cerca, es pertinente plantearse si la industria farmacéutica cederá protagonismo una vez normalizada la situación. «El foco mediático va a disminuir, pero todo el ecosistema de salud ha tomado buena nota y hemos entendido que debe haber una colaboración público-privada», indica Gina Rosell, directora senior de LLYC.

Así pues, la pandemia ha proporcionado a la industria farmacéutica una gran oportunidad para mostrarse como un motor económico y social en España. También para explicar su actividad con rigurosidad, autoridad y, sobre todo, con transparencia. Sin olvidar que se trata de un sector sujeto a una fuerte regulación.

«Todavía hay un ejercicio de ser valiente pero el reto está en seguir transparentando y ofreciendo información de forma proactiva asevera Rosell-. Una cosa es la regulación a nivel de no publicitar medicamentos y otra la práctica de buen gobierno y transparencia«. Para ello aboga por un entorno de mayor cooperación en el que exista un diálogo entre todas las partes.

La emergencia sanitaria ha acelerado una organización colectiva sin precedentes. Esta unión de fuerzas ha podido manifestarse principalmente en los canales digitales, que han permitido la comunicación entre todos los grupos de interés, favoreciendo la organización de voluntarios, asistencia a pacientes y familiares, detección de necesidades asistenciales, democratización de la información y la coordinación entre especialidades y otros centros sanitarios.

Según Rosell, las empresas de farmacia han adquirido durante este tiempo un compromiso con la sociedad. «Ha sido una oportunidad para dar a conocer la actividad en la que la opinión pública no pondría el foco en una situación normal». Y lo ha hecho cuidando su reputación. «Es una práctica que exige una madurez y agilidad importante para hacerlo en tiempo récord», añade.

«Todavía hay un ejercicio de ser valiente pero reto está en seguir transparentando y ofreciendo información de forma proactiva».

No obstante, la pandemia también ha ido de una carga de desinformación contra la que los gobiernos tienen que luchar. La educación se muestra como imprescindible en este momento. Y aquí juega un papel importante el esfuerzo de la industria y el sector privado en desarrollar campañas de concienciación para superar barreras, el escepticismo general creado y las preocupaciones de seguridad de una vacuna tan nueva y creada en tan poco tiempo. «Estas campañas generarán un gran impacto en la medida en que sean altamente creativas, hagan uso de nuevos canales y tengan un fuerte visión de local para abordar las normas sociales y culturales que entran en conflicto en cada región», concluye el informe de LLYC.

Respecto a esta problemática, Rosell considera que «cada una de las piezas de la industria deberá tomarse en serio y trazar una estrategia de reconstrucción de la reputación, que no es a corto plazo y debe estar pegada al propósito de cada una de las compañías».