Alfredo Urdaci: Despidos online

| 2 DICIEMBRE 2017

Un criterio básico del liderazgo es la gestión de la comunicación interna. Hace unos días Inés Ballester, una de las “grandes damas” de la comunicación, se enteró de su despido por una publicación digital.

Los hechos confirmaron horas después que el diario electrónico había conseguido adelantar una información relevante. La filtración provocó un profundo malestar. A su despido “on line” se añadieron otros, gestionados con la misma torpeza.

Anotemos además que tan solo unos días antes los responsables de los medios de comunicación propiedad de la Conferencia Episcopal habían asegurado la continuidad de la plantilla, al tiempo que pedían un esfuerzo de ilusión y trabajo a los profesionales.

Por mucho que se insista en su necesidad, la comunicación interna sigue siendo la gran asignatura suspensa de las organizaciones.

Directivos que no saben gestionar una crisis ni afrontar una reestructuración con transparencia, franqueza y respeto profesional utilizan el rumor, la filtración o los informes encargados a medida para facilitarles el trabajo de “limpieza”.

El resultado son plantillas desmotivadas, sin capacidad de compromiso, donde impera  el “sálvese quien pueda”, afectadas por el descrédito público, la falta de rumbo, y el daño irreparable a la imagen de profesionales que han dado sus mejores horas y su talento en condiciones de una pobreza de medios extrema.

«Por mucho que se insista en su necesidad, la comunicación interna sigue siendo la gran asignatura suspensa de las organizaciones».

El espectáculo se sirve además en el escenario público, en el que las audiencias se preguntan cuál es el destino de la marca a la que han confiado el deber de informarles, de entretenerles y de ayudarles a formarse un criterio de calidad.

Cuando los hechos desmienten de forma radical las palabras pronunciadas cuatro días antes, existe un problema de gestión, de comunicación, y de liderazgo. Mucho más grave si, como en este caso, el editor es alguien que proclama y dice defender los principios del humanismo cristiano.