Alfredo Urdaci: El «procés», caviar informativo

| 18 NOVIEMBRE 2017 | ACTUALIZADO: 18 NOVIEMBRE 2017 8:58

Fue un día de junio. Asistía a un almuerzo con otras dos personas. La primera, un empresario de Madrid. Al otro lado de la mesa un abogado de Barcelona agobiado por el sudor. No era solo el calor. Había venido a ofrecer un dossier con los preparativos de la secesión. Y estaba nervioso.

El vendedor era uno de los jefes de la ANC. El precio superaba el millón de euros. El material, caviar informativo.

En uno de los capítulos se detallaban los pormenores de la búsqueda de préstamos con los que sostener el primer año de secesión. Fondos asiáticos habían prometido liquidez. En otra parte del dossier se dibujaba la arquitectura de la financiación de los gastos de la «consulta».

En un momento del almuerzo pregunté: «¿Por qué dirigentes de la secesión venden una información letal para sus intereses?» El abogado, de quien guardo su tarjeta no dudó: «No creen en la independencia. Saben que es imposible. Mejor dinamitarla que seguir a Junqueras y Puigdemont«.

Durante meses hemos escuchado esa voz que repite: ellos dominan la comunicación, la creación de ilusiones, la movilización social. Comparen esa afirmación resignada con la realidad de estos días.

La  comunicación necesita de una sólida base en la realidad. La sola ficción dura unas horas.

El hundimiento deja una montaña de escombros, un horizonte penal estremecedor para algunos dirigentes y el ridículo que se repite un día tras otro cuando los prebostes de la secesión reconocen que todo era ficción, que no había mayorías favorables a la ruptura, que ni siquiera habían previsto la respuesta que iban a dar a la inexorable maquinaria del Estado, siempre lenta, pero de una eficacia incontestable.

La  comunicación necesita de una sólida base en la realidad. La sola ficción dura unas horas. Si además está sostenida en la exclusión y el sectarismo, si viola la ley y no tiene ni un gramo de generosidad sino una burda imposición, se derrumba con estrépito dejando un rastro de amargura y resentimiento. Aquellos mercaderes que ofrecían un carísimo dossier sabían bien que era mejor cobrar por la traición que pagar el inmenso precio de la derrota.