José Antonio Llorente: Generar valor a través de la internacionalización

| 19 FEBRERO 2016 | ACTUALIZADO: 19 FEBRERO 2016 11:00

He tenido la suerte de participar en un debate muy interesante sobre internacionalización en el evento StrategySpain. La internacionalización de nuestras empresas es, para los organizadores del evento, una de las estrategias clave para el futuro de nuestro país. Para mí también lo es.

Pero el denominador común de cualquier proyecto de internacionalización o de emprendimiento es el componente de riesgo. La incertidumbre estará presente durante todo el proceso aún cuando la internacionalización se aborde desde un punto de vista responsable y planificado.

No hay una fórmula de éxito concreta pero sí existen ciertas pautas que deberían ser comunes a cualquier proceso de internacionalización. Fundamentalmente destacaría las tres siguientes:

No es una moda. La decisión de iniciar un proceso de internacionalización debe partir del plan estratégico de la compañía. No es una decisión coyuntural que pretenda dar solución a problemas puntuales que la organización esté atravesando, ya que, en estos casos, no solo podrá agravar la situación por la complejidad de estos procesos, sino que la probabilidad de salir airosos será mínima. Serán las empresas consolidadas y con una estrategia bien definida las que tendrán una probabilidad de alcanzar el éxito.

Organización y planificación. Ejecutar un proceso de internacionalización implica tiempo, esfuerzo y recursos por parte de la organización, de forma que ésta pueda ampliarse en proporción a los retos y objetivos. Se requiere, además, un análisis exhaustivo para tener la certeza de que los proyectos tendrán sentido en aquellos países en los que se implantan. En este proceso, el talento combinado será un gran aliado, pues facilita la integración con la cultura y las costumbres no escritas del país, además de impulsar el relacionamiento y networking.

Aportar valor. Es sencillo caer en la tentación de planificar los procesos de internacionalización cuantificando, exclusivamente, los beneficios para la propia compañía. Sin embargo, es primordial tener en cuenta que para lograr una verdadera integración, nuestra aportación a la comunidad y a su sociedad debe ser palpable para poder “hacernos un sitio” en los mercados locales. La internacionalización se basa en la identificación de una oportunidad pero, también, debe estar sustentada en una decisión responsable con la que debemos ganar todos.

En este entorno desconocido es fácil cometer errores, lo cual no debe ser visto como un impedimento definitivo, sino como un paso intermedio. La constancia, la flexibilidad y la capacidad de aprendizaje son otros tres pilares clave.