Aurora Michavila: ¿Hablas o convences? El poder de presentar una historia

| 12 FEBRERO 2016

Muchos de nosotros admiramos el poder de seducción de la mayoría de charlas de TED, pero no sabemos descifrar los ingredientes que las hacen “escuchables” y exitosas. Nos gustaría presentar con esa fluidez para enlazar nuestras ideas y con esa capacidad de sorprender y contar algo de manera novedosa. Con esa facilidad para hacer pensar, sentir e invitar a la acción. En algún momento nos hemos animado a utilizar algún recurso nuevo, inspirados por alguna de esas grandes charlas, pero también nos hemos consolado diciéndonos a nosotros mismos que no podemos cambiar nuestra manera habitual de presentar porque, “de todos modos, es un estilo muy norteamericano y aquí nosotros hacemos las cosas de manera diferente. Además, yo presento balances o políticas de RRHH o planes de comunicación o…., y eso no se puede presentar así. ”

La realidad es que vivimos en una agradable zona de confort y nadie se ha atrevido a decírnoslo a la cara. En la nueva era del conocimiento y del aprendizaje, valemos tanto como el valor de nuestras ideas. Y debemos atrevernos a poner nuestras ideas en valor. Debemos pasar de aspirar a sentirnos cómodos hablando en público a sentirnos poderosos por nuestra capacidad de transformar a nuestra audiencia. De llegar a ellos y hacerles pensar, cambiar de opinión o inspirarles a actuar. Y para ello tenemos un arma infalible, que muy bien dominan los presentadores de TED, y que funciona en todos los casos y en todos los sectores: LAS HISTORIAS.

Es posible que al leer la palabra “historia” lo primero que pienses es que tú no eres un showman. Que las historias sólo sirven para entretener y que tú eres más bien de estilo sobrio y poco dado a contar anécdotas. Entiendo tu preocupación, pero creo que tiene mucho que ver con la manera en que estás contextualizando la palabra “historia”. Probablemente la ves como un recurso para distraer y sin propósito en sí misma. Entiendes la historia como el accesorio, no como la palanca que te permite lograr resultados inesperados.

Sabes muy bien que el ser humano lleva más de 40.000 años compartiendo historias como medio de comunicación. Pero debes saber también que la neurociencia ha demostrado que nuestro cerebro está programado para entender y retener las historias en nuestra memoria, y durante mucho más tiempo que cualquier lista de datos, características o procesos. Las historias iluminan una parte de nuestro cerebro que de hecho solamente se activa cuando vivimos una experiencia en primera persona. Pasamos de ser espectadores a partícipes de la historia. Cruzamos el umbral de la empatía y durante ese momento compartimos experiencia. Y ello es gracias a que llegamos a entender el detalle y la acción que contempla la historia de una manera mucho más rica, compleja y con mayor capacidad de impacto que si sólo procesamos información. Así que esta invitación a presentar bajo el formato de una historia no es una invitación a que utilices un recurso táctico y escapista, sino una llamada al poder que tienes de captar el interés de otro ser humano e intervenir en su forma de sentir y de pensar.

Sin duda es un reto transformar un universo de datos, características, mecánicas, procesos, etc. en una historia absorbente y seductora. Debes ser capaz de encontrar una lógica narrativa que argumente y justifique toda la información que deseas compartir, y enmarcarla en una trama que dé lugar a tu historia. Debes definir bien los retos o conflictos y los personajes que intervienen. Debes invertir tiempo en decidir de dónde partes y adónde quieres llegar, para clavar el arco de tu historia.

Pero no dudes que el esfuerzo vendrá acompañado de una gran recompensa: 1) tu mensaje se entenderá mejor y la información estará justificada, 2) aumentarás el nivel de confianza hacia ti y hacia tus conclusiones, 3) lograrás que el mensaje llegue más lejos y traspase las cuatro paredes de la sala y 4) harás que tu audiencia esté de acuerdo contigo. Pasarás de hablar a convencer, motivar, inspirar… y llevar a la acción.

Creciste contando historias y ahora sólo tienes que permitirte contarlas de nuevo.

¡Felices futuras presentaciones!