Fernando LazaroFernando Lázaro.

Mauricio Fernández: In memoriam: Fernando Lázaro, el amigo sincero

| 16 JUNIO 2025

Escribo estas líneas con la humildad más absoluta, sabiendo que nunca podré acercarme, ni tan si quiera rozar, la calidad humana y profesional de Fernando. Y lo hago siendo consciente de que lo publicado en el día de ayer por sus compañeros de El Mundo es el mejor y más sincero homenaje que se le puede hacer a un periodista irrepetible que deja un hueco imposible de llenar.

Muy pocas veces, personalmente no se me viene ninguna a la memoria, sucede que un medio de comunicación de la importancia del rotativo madrileño lleve a su portada la imagen de uno de los suyos, uno de los más queridos de la redacción y toda una leyenda en el mundo de la información de seguridad e interior. Y lo mismo ha sucedido con la reacción del colectivo no periodístico, de todos aquellos que de una manera u otra se cruzaron con Fernando. Los adjetivos se agotan y las palabras más recurrentes son profesionalidad, generosidad, humanidad y brillantez.

Portada de ayer de El Mundo.
Portada de ayer de El Mundo.

Se han escrito tantas cosas y todas ciertas e increíbles que nos sitúan ante uno de los mejores periodistas que ha dado nuestro país en las últimas décadas. Sus exclusivas no por contadas mil veces pierden un ápice de trascendencia. Ahí está el Gal, el caso Faisán, que destapó las vergüenzas de las negociaciones con ETA del PSOE, o la Gürtel del PP. Trascendente fue también su exclusiva del 7 de julio de 2014 sobre los ingresos de dinero de la familia Pujol en Andorra que acabaron con el poder y la dimisión del controvertido líder catalán y todo su clan. E igual de inolvidable la portada con la foto de la morgue del Palacio de Hielo que describía en su máxima expresión la tragedia del COVID durante la pandemia o las imágenes exclusivas de Delcy en Barajas.

Pero si su calidad como periodista de raza era inigualable, su calidad humana era mucho mayor. Tuve la suerte de disfrutar de su amistad muchísimos años y de aprender a su lado que por encima de todo están las personas y los valores. Se hacía querer como pocos y solo había que observarlo rodeado de su familia para darse cuenta de que nuestro riojano ilustre y ejerciente, además de forofo madridista, era una persona difícil de clonar, insuperable. Verle disfrutar en compañía de su otra maravillosa familia madrileña, de Carmen, su mujer; sus hijas Mónica y Belén, sus sobrinos, su familia política, y estos últimos años del pequeño Río, su nieto, era el mejor reflejo de que Fernando era pura humanidad.

«Se han escrito tantas cosas y todas ciertas e increíbles que nos sitúan ante uno de los mejores periodistas que ha dado nuestro país en las últimas décadas».

Luchó durante muchos años contra una enfermedad que al final se le ha llevado por delante, pero que ha sido incapaz de doblegarle ni un solo día. La misma tenacidad y fortaleza que aplicaba al periodismo la traslada a la lucha contra un cáncer que aparecía y desaparecía de su vida como un Guadiana. Para la gente que le queríamos y le queremos era el mejor ejemplo que podíamos tener. Cómo nos íbamos a quejar de nada si Fernando no tenía ni una mala palabra, ni un lamento, ni un instante de rendición en su día a día, aunque fueron muchos los momentos que no le quedó más remedio que plegarse a los efectos de la enfermedad. Sin embargo, su familia y el periodismo eran el oxígeno que le hacían seguir adelante. El motor de su día a día. Mientras que en su lugar otros muchos nos hubiéramos rendido, habríamos tirado la toalla, Lázaro tiraba para adelante como nadie y lo hizo casi hasta los últimos momentos de su vida. Todo un ejemplo de tenacidad y superación difícil de igualar.

Se te echará tanto de menos que, aunque en estos últimos tiempos hayamos estado alejados, se me hace un nudo en la garganta el pensar que nunca más tendremos la oportunidad de contarnos nuestras batallitas, de poner en valor nuestras cosas, de comentar el último partido del Real Madrid o esa noticia que uno u otro nos traíamos entre manos y que no sabíamos cómo sacar adelante. Un abrazo, amigo. Descansa en paz. Siempre en mi corazón.