Itziar García, dircom de BlaBlaCar.

Itziar García: Lo que nos dicen los silencios

| 15 JUNIO 2020

No os descubro América si empiezo diciendo que el que no está hablando también está comunicando. Eso lo sabíamos todos. Y aun a sabiendas de que no os voy a descubrir ningún continente, quería compartir con vosotros la importancia que han tenido para mí los silencios durante estos meses tan duros.

Qué difícil resulta siempre fijarse en el que no está hablando. Menudo reto. Y qué necesario, máxime cuando el que habla no está compartiendo nada interesante, que, oye, a veces pasa. ¿Puede que esa especie de inercia tenga cierta relación con el sesgo de supervivencia?

Hace poco recordaba gracias a Twitter (¡qué red tan útil cuando se sigue a la gente debida!) el caso de Abraham Wald. Durante la Segunda Guerra Mundial pidieron al grupo de investigación de este famoso matemático que estudiara cómo proteger mejor la flota aérea en base a los daños que habían sufrido los aviones que regresaban a las bases. Tenía sentido: dónde están los disparos, dónde reforzamos. Pero Wald apuntó que los aviones más interesantes para el estudio eran los que no consiguieron volver, porque darían las claves de qué áreas eran las realmente vitales, cuáles había que reforzar de verdad.

«El liderazgo permite y exige una comunicación proactiva y proporciona un escenario en el que lucirte o facilitar que te lancen tomates».

Quizá no haga falta señalar que la actualidad política ha sido, como no podía ser de otra forma en este contexto, trepidante. Dentro de esos ritmos, en gran parte sobrevenidos, resultaba muy interesante desde el punto de vista de comunicación ver cuáles eran pautados: quién intervenía en qué medio con una entrevista a doble página, cuándo y por qué. Pero reconozco haber disfrutado especialmente observando al que no hablaba. Viendo evoluciones como la de algún que otro partido naranja que se mantenía de perfil hasta que llegaba su momento de relevancia (y llegó, vaya si llegó), de portavoces nacionales de varios colores que han pasado del 24/7 al ostracismo y viceversa e internacionales que respondían con silencios y no decían nada con ponencias de dos horas.

El liderazgo permite y exige una comunicación proactiva y proporciona un escenario en el que lucirte o facilitar que te lancen tomates. En situaciones tan extremas como esta, con un difícil punto medio de aplauso comedido. Ser consciente de quién se es y del momento que se está viviendo ayuda a hablar cuando y como se debe.

En gran parte nuestra comunicación personal ha seguido un proceso similar. Lo importante, aunque no siempre coincida, esta vez ha sido lo urgente. Nuestras familias y nuestros seres más queridos han estado muy presentes (en algunos casos omnipresentes). Y se iban sumando los “qué tal estáis” de personas muy importantes a las que hemos leído con una sonrisa de oreja a oreja.

Qué importante el sesgo de supervivencia para las empresas, en general. Qué responsable y plausible ha sido el silencio de muchas en términos de comunicación y qué sonrisa de oreja a oreja se nos va a poner cuando sepamos de ellas porque haya llegado su momento y sepamos que están bien.

Me consta el gran trabajo que han hecho muchos compañeros de la comunicación, siendo muy conscientes de quiénes eran y del momento que se estaba viviendo para centrarse en lo importante. No por el qué dirán, sino porque sabían lo obvio: que las decisiones que afectan a personas no las toman entes, las toman personas como ellas. No me cabe la menor duda de que extraeremos de aquí grandes aprendizajes de comunicación interna. Muchas empresas están consiguiendo lo imposible gracias a grandes líderes y a grandes equipos. Vaya, grandes personas que tomaron decisiones sensatas en su momento y que no se han salido de ese camino. Y es que poner en valor una categoría profesional (y personal) que rezuma a veces no es necesario. Porque si miramos bien podemos ver que muchas palabras huecas que utilizabamos quizá demasiado alegremente se han ido rellenando: transparencia, responsabilidad…

Además de observar a los que estaban de perfil, durante este tiempo he observado mucho a los científicos, un colectivo que acostumbra al silencio, tiende al buen hacer y que han contado con una exposición y alcance inusitados. Es curioso cómo en muchos casos su lenguaje trasluce de una forma tan evidente su profesionalidad. Con humildad, con cautela, algunas certezas en base a evidencias pero grandes dudas porque saben que certezas, las justas.

Hablando del sesgo de supervivencia, como decía Barnaby James, “cuidado con los consejos de los exitosos” porque, como completa Kahneman, “una decisión estúpida que funciona bien se convierte en una decisión brillante en retrospectiva”. Cuesta afinar el oído y la vista para mirar donde nadie está llamando tu atención, sobre todo en momentos de mucho ruido. Pero al menos a mí me ha merecido la pena.

Y, claro, ojo también a los silencios que ocultan. Por suerte para esos tenemos a grandes periodistas que han hecho un trabajo encomiable en las circunstancias más adversas.

Ojalá el sesgo de supervivencia no nos impida analizar qué estamos haciendo bien y qué estamos haciendo mal. Ojalá nos acordemos más a menudo de observar al que no está hablando porque así aprenderemos a enorgullecernos de que alguien, algún día, (ojalá), ponga en valor que nosotros, nuestras empresas, nuestros portavoces, también fuimos prudentes y no hablamos por hablar, sino que comunicamos lo que debíamos a quien debíamos en el preciso momento en que debíamos hacerlo.