Gabriel González-Andrío: Pasión, pasión, pasión

| 8 ABRIL 2016

Pasión, amigo, pasión. Estas palabras martillean cada mañana mi cerebro. Es como si las tuviera grabadas en un disco duro imposible de resetear. Las decía un profesor a un compañero de universidad. Entonces me parecía un poco empalagoso e incluso hasta un poco pedante. Con el paso de los años no puedo estar más de acuerdo con esta máxima.

Porque sin pasión no se puede hacer nada en esta vida. No me refiero a ese espíritu de remontada a la que hoy apelan los medios para que el Madrid rehaga el estropicio que hizo contra el Wolfsburgo. Tampoco a ese tradicional grito de guerra de la “furia roja” con la que bautizamos a nuestra selección de fútbol.

Me refiero a poner todo el corazón y toda la cabeza en lo que uno cree. Quedan excluidos, por tanto, los conformistas, los que solo piensan en clave de “nómina mensual”, los que se quejan pero nunca mueven un dedo para cambiar las cosas o cambiar ellos mismos. Son los eternos insatisfechos, sentados e indignados.

Con el paso de los años –uno va cumpliendo como todos- me voy dando cuenta de que es una gran verdad aquello que un día me dijo un buen amigo: “Hay personas que ‘mueren’ a los 25 años pero los enterramos a los 80”. Lo que me quería decir es que hay viejos con espíritu joven y jóvenes que son viejos prematuros. En este país hemos estigmatizado el talento, considerando que las personas que ya superan los 50 años deben ir pensando en su jubilación. Absurdo planteamiento de recursos in-humanos que lleva tiempo aplicándose en no pocas empresas.

El talento no es cuestión de edad, en absoluto. La pasión no es un don exclusivo de la juventud, como si viniera de serie. Pero algunos siguen empeñados en prejubilar el talento con tal de ahorrarse unos euros a final del ejercicio. En su lugar ponen a pobres becarios malpagados que además no tienen a nadie que les enseñe porque los que tenían experiencia han sido expulsados del sistema.

Estoy un poco cansado de observar cómo la “gente interesada” se ha multiplicado frente a la “gente interesante”

Cuando abordo un proyecto y tengo que montar equipos internacionales no me fijo si los candidatos tienen un MBA sino en su “pasión” por el proyecto. Los que preguntan “cuánto pagas” antes de escucharte se delatan. Estoy un poco cansado de observar cómo la “gente interesada” se ha multiplicado frente a la “gente interesante”. Los primeros son legión, los segundos tropa de élite.

Estos últimos escasean pero cuando contactas con uno de ellos es como si hubieras encontrado un tesoro perdido. Porque el talento escasea. La pasión no es algo con lo que se nazca. Es una actitud ante la vida. No se puede comprar ni imitar. Tiene mucho que ver con el inconformismo, las ganas, la ilusión por demostrar que la palabra “imposible” es solo eso, una palabra. Que el miedo escénico, la crisis o cualquier obstáculo se puede superar con proactividad, creatividad, trabajo, optimismo…y pasión, mucha pasión.

El talento ni se crea ni se destruye, se cultiva.