Le ponemos un cero más y listo

| 9 SEPTIEMBRE 2015 | ACTUALIZADO: 9 SEPTIEMBRE 2015 11:10

Mis últimos encuentros con confidentes están dando mucho juego (nunca mejor dicho). En este último caso compartí mesa y mantel con el directivo de una empresa de tecnologías que fue subcontratada por una conocida agencia de lo que algunos siguen llamando BTL.

La historia sería interesante para un capítulo de un Mad Men actualizado a nuestros tiempos. Os lo cuento. Abróchense los cinturones. La división de BTL de una agencia (con oficinas en Madrid y Barcelona) recibió el encargo de desarrollar todo un área online para un gran cliente relacionado con el mundo del juego (hasta aquí puedo leer).

Resulta que esa agencia no era capaz de acometer un trabajo que requería programadores, equipo y experiencia. Así que, ante su incapacidad, decidieron subcontratar a una empresa capaz de solucionarles el marrón.

El caso es que un día se convocó una reunión en las oficinas de la agencia. En la mesa estaban el cliente, la agencia y el directivo de la empesa de tecnología. En un momento de la conversación, el cliente empezó a hacer un listado de peticiones inasumible con el presupuesto que éste les había pasado a la agencia.

“Nosotros –por ponerte un ejemplo- les habíamos presupuestado para un Seat Ibiza y el cliente pedía el último modelo de Mercedes; no entendíamos nada”, me cuenta.
Sólo al acabar la reunión, se empezó a aclarar todo. ¡Eureka! El tipo de la agencia se sinceró y a puerta cerrada le explicó lo siguiente: “Como sabes nosotros no tenemos ni idea de lo que vale lo que nos han pedido, así que hemos puesto un cero más a cada cifra del presupuesto que nos has pasado”. Y se quedaron tan anchos.

El problema es que el proveedor tecnológico (con un largo historial a sus espaldas) dijo que ellos no podrían acometer ese pedido, era imposible ni siquiera por esa cantidad, ya que tendrían que fichar muchísima gente. Pero la agencia le tranquilizó: “Tranquilo amigo, no hace falta que hagas nada. Este trabajo lo hará un tercero y nosotros te pagaremos un fee mensual y ya está”. Así, como lo oyen.

Es decir, que todo apunta a que alguien –un tercero- se iba a hacer de oro y alguno más se iba a repartir un suculento botín.

Con esto no digo que en este mundillo esté todo el mundo pringado, pero el peligro está ahí, en no poner coto a determinadas prácticas que han llevado a este mercado a convertirse en un mercadillo.

Eso sí, mucho ojo con los Piratas del Caribe, que aún quedan unos cuantos.