TVE o el desinterés general
RTVE se ha convertido en una especie de saco de boxeo. Todos se creen con el derecho a golpearlo. Hace días José Ramón Díez renunciaba a su cargo como director de TVE. Normal. Y no será el último en abandonar el barco. Cada gobierno que llega al poder en España utiliza el Ente (que, por cierto, suena de pena) para su uso y disfrute. No sólo desde el punto de vista ideológico y político, no. También como modelo TV pública.
La llamada Unión de Televisiones Comerciales Asociadas (Uteca) ejerció una activa acción de lobby que terminó logrando su objetivo: quedarse con la tarta publicitaria y condenar a TVE a formar parte del paisaje, dejando de ser competitiva. El PSOE de ZP cedió a los cantos de sirena y a las presiones de dicha asociación quitando de un plumazo la publicidad y los ingresos que hasta la fecha mantenían algo competitiva a esta cadena.
«Si queremos tener una TVE competitiva es necesario que vuelva la publicidad lo antes posible».
El argumento de los denunciantes es que una cadena pública no puede tener doble financiación vía presupuesto del Estado y con publicidad. Vamos, que este discurso quedaba muy bonito pero lo que realmente querían era arrebatarle una millonaria inversión publicitaria.
¿Y con qué nos encontramos hoy? Con una TV pública anodina, con unos telediarios insoportables y más adeudada. O sea que los españoles nos hemos convertido en los principales acreedores de un Ente que ha dejado de ser competitivo. Sin jugarse la publicidad, el ‘share’ de la cadena ha pasado a ser más un reto honroso que una necesidad. Y, claro, así es difícil hacer tu trabajo.
El duopolio formado por los bloques empresariales Antena 3/laSexta y Cuatro/Telecinco ha sido la puntilla para un mercado que necesita reinventar su modelo. Los anunciantes ya han dicho por activa y pasiva que quieren una TVE comercial, aunque pudiera tener algunos límites. Lo que ocurre es que la ‘Entente Cordiale’ liderada por el temido Paolo Vasile es un duro rival.
Si queremos tener una TVE competitiva es necesario que vuelva la publicidad lo antes posible. No es de recibo que los anunciantes hayan quedado presos de un duopolio donde ellos se lo guisan y ellos se lo comen, con la aquiescencia de la clase política.
Ahora mismo, salvo algunas series y poco más, la cadena pública está logrando que los españoles recuperen horas de sueño cada vez que pasan por sus canales. Mucho mejor que la “Dormidina”.