Gabriel González-Andrío: Contenidos sí, pero relevantes

| 11 DICIEMBRE 2015 | ACTUALIZADO: 11 DICIEMBRE 2015 15:56

El contenido es el rey. No hay duda. Esto se lleva cacareando en todas partes desde hace mucho, pero le hace falta un adjetivo importante: “relevante”. Las agencias creativas y productoras llevan tiempo intentando ofrecer ‘branded content’ a las marcas, pero se han chocado de bruces con la realidad. Ni las televisiones regalan espacio –o sea, que cobran por el ‘branded’ y por el ‘content’- ni es tan fácil crear un contenido realmente interesante para el espectador.

Muchos profesionales del periodismo como yo hemos apostado por meter los dos pies en los contenidos audiovisuales, un terreno tan apasionante como resbaladizo, complejo y competitivo. Se trata de un mercado donde hay mucho ruido y pocas nueces. Es como el mercado editorial español, donde cada año se publican miles de libros sin interés y en general abarcando una misma temática.

Lo malo es que en este país nos hemos acostumbrado a dejar de pagar los contenidos. El mercado de los documentales –como casi todos, no digamos el cine español- es hoy un mercadillo repleto de un batiburrillo de títulos que por lo general pasan sin pena ni gloria. Sólo algunos los producidos en USA o Reino Unido –con versión original en inglés- han logrado sobresalir. Basta recordar la gran historia que nos contó el malogrado director sueco, Malik Bandjellou, con “Searching for Sugar Man” (Oscar al Mejor Documental).

Pero ni siquiera ser relevante asegura que alguien pueda ganarse la vida generando contenidos. No hay que olvidar que una cadena de televisión en España puede llegar a pagar un máximo de 1.500 euros por la compra de emisión de un documental. Y eso si es que te lo compran porque la competencia es voraz y feroz.

Mientras tanto, algunos llevan años viviendo del cuento llevándose millonarias subvenciones para películas españolas que –como ya se ha publicado y denunciado- que han falseado con premeditación y alevosía su taquillaje con connivencia de las salas de cine y los distribuidores. Vamos, una tomadura de pelo a la que algunos se atreven a llamar “industria del cine español”. Vergonzoso.

No tengo duda de que hay espacio y negocio para los contenidos (de calidad) que llenen esas ventanas a las que se asoman los espectadores. Pero, repito, hay espacio para contenidos relevantes, con enfoques diferentes, con temáticas universales y en inglés, si quieres llegar más allá de Latinoamérica.

Por otra parte, que nadie se engañe, la democratización en el acceso a tecnología hasta hoy impensable no ha hecho más que llenar el contenedor de YouTube. Porque, ¿cuántos de esos vídeos/virales han logrado ser realmente relevantes? Casi ninguno. No siempre se cumple aquello de que de la cantidad sale la calidad. En absoluto.

Está claro: o eres relevante o al final formas parte del paisaje, de un paisaje muy gris. Un gran reto, no hay duda.