Mauricio Fernández: Del chapapote del Prestige al fango de la Dana
La inmensa mayoría de españoles hemos vivido la terrible DANA que Valencia ha sufrido hace 20 días como una tragedia que nos ha conmocionado desde el primer día y que lo resumen dos terribles cifras: 226 fallecidos y 13 desaparecidos. El resto de los datos reflejan unos daños devastadores, que ha afectado en mayor o menor medida a cientos de miles de personas, en una de las tragedias más duras que ha sufrido nuestro país.
Pero si hay una imagen que define esta catástrofe, esta es la del fango. Todos hemos visto miles de vídeos en televisión, medios online y redes sociales sobre cómo el barro ha arrasado las poblaciones afectadas y destrozado la vida y pertenencias de tantísima gente. Y también, la parte positiva: una marea increíble de voluntarios que con sus utensilios más básicos acudían a ayudar a los vecinos a limpiar y reparar en lo posible toda esa devastación. La solidaridad humana en su máxima expresión.
Y desde el primer momento, un estamento se ha situado como el malo de esta pesadilla: la clase política, de uno y otro signo. La clara incompetencia y negligencia de unos, multiplicada por la desidia, descoordinación, falta de responsabilidad y liderazgo e intenciones diabólicas de otros, con la única motivación de aprovechar la desgracia sufrida por cientos de miles de ciudadanos y la torpeza de las instituciones autonómicas para tratar de obtener rédito político, han marcado sin duda esta dolorosa tragedia que ha conmovido y conmueve los cimientos de nuestro país.
«Desde el primer momento, un estamento se ha situado como el malo de esta pesadilla: la clase política, de uno y otro signo».
De momento, ese fango les ha servido para que la gente dejara en un tercer plano los escándalos de la mujer del presidente del Gobierno; el caso Koldo; el asalto al consejo de RTVE; la crisis en lo que queda de Sumar por la hipocresía de Errejón y la complicidad implícita de la líder de la amalgama de partidos que representa… y la falta de apoyos de sus socios en el Parlamento, entre otros muchos problemas que tienen acorralado al presidente Pedro Sánchez.
Desgraciadamente, esta DANA nos ha vuelto a mostrar la clase política que tenemos. Lo peor es ver cómo el Gobierno y los medios adeptos no sólo han dado de lado a las víctimas, que han visto otra oportunidad para intentar esconder toda la basura que tienen en casa y pasársela a la inoperante administración valenciana con su presidente Mazón al frente, aprovechando que está desbordada y falta de recursos para afrontar una situación de este tipo, también en el ámbito informativo.
Sánchez ya ha demostrado reiteradamente que no tiene escrúpulos y esta vez tampoco le ha importado que tanta gente sufra las consecuencias de su alevosa estrategia para asfixiar a la Generalitat valenciana y así debilitar al Partido Popular cuya ineficaz oposición merece toda una tesis doctoral.
Estrategia de comunicación
Y como era de esperar la estrategia de comunicación es clara y es evidente. La Moncloa ha puesto a trabajar a sus terminales mediáticas desde el primer minuto y con máxima intensidad, todos los días desde aquel fatídico 29 de octubre; difícil describir el despliegue de propaganda y desinformación, todas siempre en el mismo sentido. Parecía que el cénit llegó con la interpretación de la visita del Rey y huida de Sánchez a Paiporta pero, una vez más, hemos infravalorado la cacería de lo que algunos ya llaman “Jauría de Desinformación Organizada”, los que otros llaman también “el equipo de sincronización rítmica” del Gobierno.
Sin embargo, esa inoportuna visita que no habría recomendado ningún dircom que se precie (¿no hay asesores inteligentes en la Casa Real ni Moncloa?, me pregunto), porque las consecuencias eran más que evidentes, solamente han sido un punto y aparte. En Moncloa la estrategia de comunicación está clara, convirtamos la catástrofe de la Dana en el nuevo Prestige del PP, ni un solo día sin chapapote, en este caso fango, que deje a la oposición tomar la iniciativa mediática y volver a retomar la agenda de los escándalos del Gobierno.
Portadas y portadas a diario para demostrar que el único responsable de la tragedia ha sido el gobierno de la Generalitat y que el Gobierno nacional era solamente un invitado de lujo por si hacía falta actuar en algún momento.
Y los muertos, como en el 11M, vuelven a ser el arma arrojadiza. Desde poner en duda las cifras y la gestión de estas por la Justicia, achacando intereses de los organismos autonómicos a culpar a Mazón de las víctimas (esto era más previsible) a lo último: llevar en portada, como hacía el diario El País el pasado 15 de noviembre, veinte días después, el desglose de víctimas mortales por edades (como si los jóvenes fueran de primera y los más mayores, de segunda clase y la tragedia menos tragedia y las vidas menos vidas).
El titular más que descriptivo: “La mitad de los muertos por la Dana eran mayores de 70 años” y, por si fuera poco, abriendo la portada a cuatro columnas con un niño jugando al balón bajo el pie de foto “Un niño jugaba ayer con un balón en una calle de Paiporta, tras las nuevas lluvias”, toda una alegoría a la vida frente a la muerte y la vejez. Y por si quedaban dudas, en la entradilla de portada se remarcaba que el 7 por ciento superaba los 90 años.
Lo mismo mi análisis de esta portada es una mala interpretación de un ‘conspiranoide’. Pero en mis más de 40 años de profesión nunca he visto que las víctimas se contabilicen informativamente por edades y menos en portada, y me ha tocado cubrir desgraciadamente muchas noticias de este tipo.
El nuevo, flamante y locuaz Centro de Integración de Datos (CID), la unidad constituida para informar sobre los efectos de la Dana compuesta por forenses y miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, sigue desgranando día a día datos que se nos antojan de gran importancia para saber por qué han muerto tantas personas arrasadas por el barro.
A la edad se han sumado la nacionalidad, el tipo de vivienda, los metros de las casas, si estaban en la primera o segunda planta, la tipología de los garajes, calles, campos, carreteras… y todo en portada con exceso de tipografía. Eso sí, muy poco de las labores de previsión que se podían haber realizado en barrancos y cauces y de las correspondientes responsabilidades por parte de organismos de ámbito nacional.
Y lógicamente, esos datos no sorprenden, no aportan nada de interés o utilidad y tan sólo sirven para seguir con su eterna campaña de extender el fango, intentar seguir engañando a unos pocos, alimentar a los acólitos y que esa mancha salpique a la oposición que, una vez más, le vuelven a pillar fuera de juego como viene siendo costumbre en este PP sin rumbo ni cabeza.
Sigamos con el acoso y derribo, y como muestra otro botón de una de las portadas digitales de El País la pasada semana; pasen y vean: “Mazón se escuda en la fuerza inusual de la Dana y los errores del sistema para sacudirse la responsabilidad”, “Las mentiras, imprecisiones y contradicciones de la intervención del presidente de la Generalitat”, “La culpa fue del protocolo”, “Mazón, el síndrome del falso testigo”, “En los pocos bares abiertos de la zona cero de la Dana silencian a Mazón”, “Los ataques de Mazón a la Confederación Hidrográfica del Júcar: Nadie alertó de las consecuencias desastrosas”, “90 minutos de protesta, Paquita la del barrio y mucha indignación frente al Parlamento valenciano”… Quién da más.
Pero este Gobierno y los medios de comunicación que jalean su política no quieren dejar pasar la ocasión ni se molestan en disimular su adicción al barro. Desgraciadamente la clase política se ha retratado una vez más y ha dejado a la ciudadanía sola ante unos gobernantes ajenos al sentir popular.
Por Mauricio Fernández, periodista y experto en comunicación y editor del medio especializado en seguridad y tecnología, Escudo Digital.