La investigación científica facilita la implantación efectiva de la economía circular

| 16 SEPTIEMBRE 2019 | ACTUALIZADO: 16 SEPTIEMBRE 2019 14:44

En la actualidad, la contaminación marina, y en especial el plástico, es una de las principales amenazas para los ecosistemas acuáticos. Degradados los restos plásticos en pequeñas partículas, tortugas y mamíferos marinos (así como aves, tiburones o peces óseos) los confunden con alimentos, impactando en la red trófica marina y con un potencial riesgo para la salud del ser humano, en la cúspide de la pirámide alimentaria. Por eso, una de esas investigaciones de la Universitat de València se centra en identificar y contabilizar microplásticos en tortugas y delfines a partir de las muestras de su sistema digestivo tomadas tras quedar varados en la playa o ser recogidos por pescadores.

“Por un lado, cuantificamos los microplásticos y los caracterizamos, determinando su forma, color y tamaño”, señala Jesús Tomás, investigador de la Unidad de Zoología Marina del Instituto Cavanilles. “Por otro, identificamos los polímeros en dichos microplásticos, lo que es clave, pues conociéndolos, descubres la procedencia de todas estas partículas nocivas: si son fibras de ropa, proceden de plásticos industriales o son fragmentos de otros plásticos”, prosigue. “De este modo, podemos saber qué residuos plásticos son los que más contribuyen por su degradación a la presencia de microplásticos en nuestros mares, contribuyendo así a cambios en la industria que promuevan una economía más circular”.

Microplásticos encontrados en el tracto digestivo de una tortuga boba (Caretta caretta) después del procesado de la muestra.

 

Este proyecto, dirigido por Tomás y el también investigador Juan Antonio Raga como parte de la tesis doctoral de Olga Novillo, es uno de los tres estudios científicos que en 2018 obtuvieron financiación de Coca-Cola en España dentro de su programa Mares Circulares. Un ambicioso proyecto que, además de limpiar de residuos nuestras playas y fomentar el reciclaje, busca impulsar la investigación para avanzar en el conocimiento del problema de la basura marina y, consecuentemente, en sus posibles soluciones en el marco de la economía circular.

El trabajo fue presentado en noviembre pasado en la conferencia internacional sobre
microplásticos Micro 2018, celebrada en Lanzarote. Hasta esa fecha, de los 46 delfines
listados analizados, el 90,5% tenía microplásticos en su aparato digestivo, mientras que en el caso de las 12 tortugas bobas estudiadas (las más comunes en el Mediterráneo), estos materiales estaban presentes en el 83,3% de esos reptiles.

Los posibles efectos de la contaminación marina en la salud

Aún en fase de finalización y dirigido por Ana Elena Ahuir, profesora asociada de
la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia, el estudio ha analizado 60 peces de nueve especies, como la dorada, el besugo blanco o el salmonete, capturados en diferentes puntos del Mediterráneo. “Hemos encontrado restos plásticos en el estómago del 20% de los animales estudiados, tanto en forma de microplásticos provenientes de plásticos más grandes que se han ido rompiendo, como de fibras de origen plástico, procedentes de redes, ropa o incluso productos de limpieza y cosmética”, detalla Ahuir.

Esta profesora aplaude el impulso a la investigación desde el sector privado y urge a todas las partes implicadas a “poner su granito de arena” ante un problema “que no está por venir, sino que ya está aquí”.

Control de la contaminación marina desde el aire

Limpiar las playas de residuos es un arduo trabajo que implica, antes de recoger y clasificar la basura, monitorizar esos depósitos de arena para saber cuántos residuos hay y cuál es su naturaleza. Es una tarea que siempre hacen personas a pie, registrando los datos de manera manual. Con objeto de reducir esfuerzos y agilizar estas labores, Coca-Cola en España ha respaldado un proyecto basado en el uso de drones para el control de la contaminación
marina.

“Lo que hemos hecho ha sido fotografiar la Playa de Camposoto (Cádiz) en un corto espacio de tiempo y en unos pocos vuelos. Al procesar lo captado con los programas de
reconocimiento de imagen, no solo obtenemos una imagen global a partir de los cientos de fotos tomadas, sino imágenes individuales de cada uno de los residuos, a muy alta resolución”, explica Luis Barbero, catedrático de Petrología y Geoquímica de la Universidad de Cádiz, que ha dirigido la investigación.

“Posteriormente, localizamos y medimos diversos objetos de plástico, comprobando que
aquellos de un tamaño superior a los 10 centímetros eran inequívocamente detectados y cuantificados”, prosigue. “A través de esta metodología, vemos posible monitorizar de forma remota la presencia de basura marina en zonas costeras”.

Lo cierto es que un mayor conocimiento del desafío que supone la contaminación marina contribuirá a generar una mayor implicación social y económica para transformar el actual modelo de economía lineal en uno más circular, con el fin de mitigar las causas de este crítico problema ambiental.

La segunda edición de Mares Circulares ya está en marcha y, como ocurrió en 2018, este
año Coca-Cola en España volverá a apoyar otros tres estudios científicos para avanzar en este sentido. También llevarán la firma de investigadores de la Universitat de València, la Universidad CEU Cardenal Herrera y la Universidad de Cádiz. Además, el concurso Mares Circulares impulsará de nuevo aquellas iniciativas empresariales que aporten innovaciones, como  PlasticFam , ganadora del año pasado. Todos los esfuerzos son pocos para devolver la salud a nuestros mares y océanos.