‘Delayed Gratification’, periodismo a fuego lento

| 3 FEBRERO 2015 | ACTUALIZADO: 22 JUNIO 2015 15:40

El 3 de octubre de 2011, durante el juicio de apelación de Amanda Knox, acusada de asesinato, el digital Mail Online -el más leído de habla inglesa, con 190 millones de usuarios únicos al mes- publicaba el siguiente titular: “La culpable Amanda Knox, devastada después de que el juzgado rechace su apelación”. En el cuerpo de la noticia se podía leer, además, que, tras escuchar el veredicto, Amanda Knox cayó en la silla y lloró desconsoladamente. Se contaba también que la familia de la víctima miró al frente, casi sin cruzar sus ojos con los de Knox y que el fiscal, contento con el veredicto, lamentó “a nivel humano”, que una joven fuera a pasar tanto tiempo en prisión.

Pero lo cierto es que la apelación de Amanda Knox sí fue aceptada por el jurado y ella quedó en libertad y pudo regresar a Seattle, donde vive desde entonces. Ni lloró, ni el fiscal lamentó su futuro carcelario… ni nada. ¿Qué pasó para que el Mail Online cometiera semejante error? Que la publicación ya tenía escritas -citas y crónica de ambiente incluidas- las dos posibles versiones del resultado de la apelación. El redactor encargado de la noticia escuchó al juez pronunciar la palabraguilty (culpable) y lanzó la versión A: apelación rechazada. Las prisas fueron su propia condena, porque lo que el juez había hecho era declarar a Amanda Knox culpable de difamación y no culpable del cargo de asesinato. Y las prisas hicieron que, durante unos minutos, cientos de miles de personas leyeran y dieran por cierto que Amanda Knox lloraba desconsolada ante un veredicto desfavorable.

Y todo porque, como dice el periodista y director de la revista Delayed Gratification , Rob Orchard , “ser el primero es ahora más importante que tener razón”. ¿La muerte del periodismo? Se lo preguntamos a Orchard, fundador del movimiento slow journalism (periodismo lento).

 Rob Orchard consulta algunos ejemplares de Delayed Gratification | DG

A sus 34 años, después de haber trabajado como editor de Time Out Dubai, Time Out Croacia y Time Out París , y de haber fundado la mayor revista de viajes de Oriente Medio, Rob Orchard es el orgulloso padre de Delayed Gratification , una publicación trimestral, que supera las 100 páginas y que se precia de ser “la última en dar las noticias”.

Con una escasa plantilla de trabajadores fijos -dos, para ser exactos- y una inmensa red de periodistas freelance , Orchard y su Delayed Gratification salen a la calle cuatro veces al año. Quien se adentre en sus páginas podrá saber qué ha sido de esa epidemia mundial de ébola que iba a arrasar el planeta y de la que nadie habla ya, cómo viven los mineros que quedaron sepultados en Turquía o viajar [como con los buenos libros] a Short Creek, una ciudad norteamericana que vive bajo el fundamentalismo mormón. Sin una sola página de publicidad y con 5.000 suscriptores y compradores por cada número, la revista consigue dar la espalda al diabólico círculo publicidad-información-números.

Visitas y clics, visitas y clics

Lo explicaba el propio Orchard en la conferencia que ofreció en Madrid el pasado mes de octubre: “Durante siglos, los periodistas han sido lo que daban las noticias. Pero ahora, si quieren ir a la misma velocidad que las redes sociales y las noticias online, tienen que tirar por la borda las cosas que creían esenciales en su oficio: tomarse tiempo, hablar con la gente, investigar los hechos, contrastar la información…”. “La gente no ha dejado de leer noticias, sólo de pagarlas”, señala para explicar la prevalencia de lo online sobre el papel, en un análisis muy parecido al que hacía el columnista de El Debate Carlos Esteban. Y, justo donde van los lectores, va la publicidad. Visitas y clics, visitas y clics… a Google le da igual, recuerda Orchard, si la información de una web es veraz, si está contrastada o bien redactada, incluso si es inventada. Lo que cuenta es que mucha gente la lea. Repreguntamos: ¿La muerte del periodismo?

Orchard responde que no. “La gente no pagará por información, por la información rápida de las páginas webs, pero sí lo hará por las publicaciones in depht (profundas)”, que pongan al lector en contexto, que concluyan una historia, que den claves para entender el mundo que nos rodea. “Dentro de cinco años, Delayed Gratification será como ahora pero mejor y más grande. Mejores historias, más largas, más eventos…”.

 Los fundadores, dos trabajadores y una amplia red de freelances conforman la plantilla de Delayed Gratification | DG

Antes de salir a la calle, los responsables de la revista hacen una reunión editorial a la antigua usanza, con muchos temas encima de la mesa y una larga discusión por delante. De cada diez historias, sólo una verá la luz en el papel. Las claves, “contar la historia desde un ángulo nuevo y contar la información que la sociedad se ha perdido”, lo que falta.

Ni demoniza las redes sociales – “están muy bien para conectar con la gente” – ni condena a los periodistas de lo digital, pero sí denuncia las exigencias del modelo: cada hora una nueva historia que enganche a la gente y atraiga publicidad. Sin tiempo para casi nada.

Él y su socio Marcus Webb se conocieron trabajando en Dubai, hace casi quince años. Durante horas, meses, años… hablaron de la revista que ellos pondrían en marcha. En enero de 2011 se decidieron a probar con el experimento: “¿Estará la gente dispuesta a pagar por leer algo que le guste?”. Después de cuatro años de vida, están empezando a convencerse de que sí.