Los medios se asoman al vacío de los despidos: «nos tememos que muchos serán definitivos»

| 18 MAYO 2020 | ACTUALIZADO: 7 JULIO 2023 11:54

Si hay una sensación que persiste en el seno de la profesión periodística es la de vivir en una crisis permanente desde la depresión de 2008, que tuvo unos efectos devastadores en la industria española de medios. Hoy, como ayer, la realidad de los medios de comunicación augura un nuevo escenario de reestructuraciones.

Tras pillar a parte de la prensa escrita asomándose al Rubicón de las suscripciones digitales, la emergencia sanitaria ha colocado a muchas publicaciones en una situación muy comprometida. Tanto por el desplome de la publicidad como en la venta de ejemplares impresos. Prisa, Vocento, Unidad Editorial, Henneo, Prensa Ibérica, Godó… El conjunto del sector ha reaccionado emprendiendo procesos de ajuste temporales, que pueden volverse definitivos si la crisis se alarga más de la cuenta.

Ricardo de Querol, subdirector de El País, advertía en un texto publicado por el diario el pasado 22 de marzo que el parón económico podía desencadenar un proceso de despidos más duros que el emprendido tras el 2008, «que implicaría una fuerte destrucción de empleo si no el cierre de cabeceras y emisoras». Sin entrar a calcular la profundidad que tendrá la crisis del Covid-19 en el sector, resulta difícil imaginar que pueda acercarse ni tan siquiera al impacto de la anterior.

Nemesio Rodríguez, presidente de la FAPE, considera muy preocupante el panorama hacia el que se encaminan el sector. «Los grupos editoriales están afrontando la crisis con los despidos temporales, que aspiramos a que no se conviertan en definitivos, pero que nos tememos que muchos serán definitivos». Con la publicidad a la baja y el sistema de pago todavía en pañales, no duda de que la reducción de costes se traducirá en recortes salariales y despidos.

Entre 2008 y 2015 se destruyeron al menos 12.200 empleos y desaparecieron 375 medios. Son estimaciones contenidas en el Informe anual de la profesión periodística de 2015, aunque según la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) estas cifras debían tomarse como mínimas. Por otro lado, los medios que aguantaron debilitaron sus estructuras y redujeron plantillas, de modo que afrontan la situación actual desde una posición menos sólida.

Luis Enríquez considera que «esta es una crisis transitoria en la intensidad pero permanente en algunos cambios de hábito

Rodríguez confía en que ahora «no se llegará a ese nivel porque entonces las redacciones se quedarán sin periodistas». De la misma forma, sostiene que puede acelerar la conversión de medios impresos en digitales. «En definitiva, cuando aún no nos hemos recuperado del todo de la anterior crisis, llega la segunda, que traerá una mayor precarización que la ya existente, en un momento en que la pandemia ha demostrado el papel del periodismo como bien público esencial.

No obstante, entre los grandes grupos de prensa algunos editores confían en su capacidad para salir del túnel con todas las plumas tras los sacrificios de la última década. Así lo cree el consejero delegado de Vocento, Luis Enríquez, para quien «esta es una crisis transitoria en la intensidad pero permanente en algunos cambios de hábito. El mercado que resulte no condicionará a las empresas editoras en su sobredimensión, como la crisis anterior; pondrá a prueba la capacidad de adaptación de cada una».

Precisamente, la editora de ABC planteó la semana pasada su intención de redefinir el expediente de regulación temporal de empleo (ERTE), que inicialmente sólo iba a afectar a las áreas corporativas, para ampliarlo a toda la plantilla. El ajuste supondrá un recorte del 25% hasta julio, si bien la compañía confía en respetar su estructura actual una vez pase la tormenta.

En esta misma línea se mueve Prisa. Fuentes oficiales del grupo remarcan el compromiso adquirido ante los comités de empresa de no tocar los puestos de trabajo de aquí a final de año. Al igual que en El Mundo, donde tampoco se ejecutarán despidos colectivos ni ERE durante 2020. No obstante, los representantes sindicales de ambos grupos pedían garantías hasta junio de 2021 ante el temor de que tras los ERTE puedan surgir planes de recortes más duros.

Tal y como explica Agustín Yanel, secretario general de la Federación de Sindicatos de Periodistas (FesP), «hemos pedido en las negociaciones que las empresas garanticen el trabajo después de los ERTE porque en la situación actual nos tememos que algunas empresas puedan tener la tentación de ajustar aún más las plantillas». Yanel tiene presente que en la experiencia de 2008 «hubo empresas que aprovecharon para reducir costes acortando redacciones más de lo que debían».

La preocupación por la salud laboral del periodismo no se circunscribe exclusivamente a la prensa escrita

Por su parte, Ramón Alonso, director general de la Asociación de Medios de Información (AMI), cree que «el sector ha demostrado su madurez, actuando de manera responsable durante la crisis, manteniendo en la medida de los posible el empleo y reforzando las coberturas».

La preocupación por la salud laboral del periodismo no se circunscribe exclusivamente a la prensa escrita. En el sector televisivo y radiofónico, donde la pandemia está teniendo un efecto igual de demoledor en términos publicitarios, han activado planes de contingencia ante escenario de incertidumbre imperante.

En este sentido, desde Mediaset subrayan que “al igual que durante la crisis financiera, haremos todo lo posible para mantener intacta la plantilla». Propósito idéntico al planteado en Atresmedia, que entre la batería de medidas aplicadas destaca una reducción salarial del alrededor del 40% en la cúpula directiva.

A la espera de las ayudas con casi 25.000 profesionales en ERTE

Una semana. Fue el margen que se dieron las asociaciones de editores de prensa y las de radio y televisión privadas desde la declaración del estado de alarma para emitir un grito de alerta al Gobierno solicitando un plan de ayudas que remedie la situación. Transcurridos dos meses, el único gesto en esta dirección han sido los 15 millones de euros aprobados para las televisiones privadas, además de la reducción del IVA digital.

Estas ayudas, que en el caso de la prensa escrita se pedía un proyecto de desgravaciones fiscales publicitarias o la suspensión de las cotizaciones a la Seguridad Social, todavía no han llegado. Y mientras el reloj sigue corriendo al cierre de abril había 24.107 profesionales del mundo del periodismo y la comunicación incluidos en algún ERTE, según los últimos datos del Ministerio de Empleo.

En estas circunstancias, las distintas asociaciones federadas de prensa han establecido rebajas de cuotas o aplazamientos de los pagos para los asociados en paro. La Asociación de la Prensa de Madrid (APM) informa de que su departamento jurídico está prestando asesoramiento a varios afectados por procesos de ajuste.

Sea como fuere, el sector de la prensa no renuncia a que el Ejecutivo termine correspondiendo a su solicitud. Si no se garantiza este apoyo, «existe un riesgo real de que algunos sean víctimas de esta crisis. No estamos pidiendo nada excepcional. Simplemente que se pongan en marcha herramientas que permitan que los medios en España puedan seguir desarrollando su labor», expone Ramón Alonso.

«Somos esenciales para crear una opinión pública informada. Si en este momento no recibimos apoyo, me temo que nuestras cabeceras irán desapareciendo, se empobrecerán las fuentes de información y la sociedad perderá valor. El pluralismo informativo ha de quedar garantizado después de esta crisis. Y es innegable que para eso necesitamos la ayuda que no hemos tenido hasta ahora», asevera Alonso.

Una tesis que suscribe Yanel al concluir que «las empresas saben que no pueden ofrecer un buen producto con una plantilla muy diezmada en número de personas y muy precarizadas en condiciones por la década que llevamos de crisis. Y el gobierno debería tener en cuenta que la información es un derecho constitucional de la ciudadanía, y si no ayuda a los medios de comunicación a salir de la crisis afectará no sólo a las empresas y trabajadores, sino a la derechos de la ciudadanía».