Telefónica cierra el círculo del monopolio deportivo

| 2 JULIO 2018 | ACTUALIZADO: 3 JULIO 2018 9:25

La era de los eventos deportivos en abierto es historia. Desde su entrada en el negocio de la televisión de pago, en 2015, Telefónica ha ido adquiriendo los derechos de emisión de las principales competiciones hasta hacerse con todos. Una conquista a fuego lento a la que ha contribuido la renuncia de las cadenas en abierto por su difícil rentabilización.

Con la compra de los derechos de la UEFA Champions League y Europa League y la adjudicación de La Liga, todas ellas para las próximas tres temporadas, se da por cerrada la ventana del deporte en abierto. La operadora ha desembolsado un total de 4.020 millones de euros por el deporte rey, 2.940 de ellos por el paquete de los ocho partidos de la jornada y el Partidazo. Aparte, pagará 360 millones de euros anuales a Mediapro por los campeonatos europeos.

«El deporte de grandes acontecimientos terminará siendo de pago en España», ha reiterado en más de una ocasión Jesús Álvarez, director de coordinación de eventos deportivos en RTVE. Así ha terminado siendo, en sumo grado además. Telefónica contará a partir de ahora con un auténtico monopolio en la emisión de eventos deportivos, obligando a los aficionados a pagar para verlos.

Moto GP, Fórmula 1, NBA, ACB, Euroliga, La Asobal, tenis, golf, rugby, NFL… La compañía presidida por José María Álvarez Pallete ha vertebrado su programación en torno al deporte, asentando en España una tendencia que en otros países viene de tiempo atrás.

Aunque atar el fútbol le ha obligado a hipotecar más de la mitad de la facturación de su filial audiovisual, entrar en las otras disciplinas ha sido más económico. A modo de ejemplo, en su momento abonó 46 millones de euros por emitir tres temporadas de la ACB y 700.000 por renovar con la máxima competición nacional de balonmano.

Desde el principio la apuesta por estos contenidos se ha basado en el posicionamiento de la marca y la fidelidad de los clientes. Primero por el valor diferencial respecto a la competencia, y segundo porque, al ser la única ventana de acceso al deporte, a los aficionados no les queda otra que pasar por caja.

Una vez logrado el póquer de derechos, Movistar+ tratará de expandir lo máximo posible su base de clientes para rentabilizarlos. Un objetivo tan ambicioso como complejo, por mucho que la plataforma vaya camino de los 400.000 abonados. Básicamente porque los ingresos por cliente han seguido una línea decreciente en los últimos años. Ante esta tendencia, surge la opción de intentar explotar al máximo la vía publicitaria.

La apuesta por los e-Sports

En relación con esta estrategia, el tirón de los e-Sports en España ha llevado a las grandes empresas de telecomunicaciones como Orange y Movistar ha entrar de lleno en un negocio con más de 4 millones de espectadores o jugadores. De un lado surge la alianza entre Orange y LVP (Liga de Videojuegos Profesional), propiedad de Mediapro; y la surgida entre ESL y Movistar.

En este sentido, la Electronic Sports League (ESL) es la mayor liga del mundo y tiene representación en España gracias al patrocinio de Movistar desde 2017. Para sumarse al carro de este fenómeno, la plataforma lanzó hace un añel canal Movistar e-Sports. En marzo de 2018, alcanzaba los 2,7 millones de seguidores, 185 millones de impactos, 15 millones de visualizaciones de contenidos y 250.000 páginas vistas mensuales.

En paralelo a esta apuesta deportiva, Telefónica ha optado por confiar la parte de contenidos a Netflix. A través del acuerdo que integra los contenidos de la estadounidense en la plataforma de la operadora, la multinacional española traza una unión con uno de las productoras de entretenimiento más importante del mundo.