Así se puede desactivar el reconocimiento facial en Facebook

Los problemas de comunicación se le acumulan a Facebook

| 21 MARZO 2018 | ACTUALIZADO: 22 MARZO 2018 8:33

La falta de transparencia de la que ha hecho gala Facebook en los últimos años ha terminado volviéndose en su contra. La tormenta en la que se ha visto envuelta la compañía tras el escándalo de la consultora Cambrifge Analytics, que utilizó los datos de 50 millones de usuarios estadounidenses para influir en las elecciones que auparon a Trump a la Casa Blanca, no es más que el último episodio de una larga serie de problemas acumulados.

El terremoto político abierto por la fuga de datos ya se ha cobrado su primera víctima: Alex Stamos, responsable de seguridad de la tecnológica desde 2015, ha sido relevado en el cargo por desavenencias en el tema transparencia. Según ha avanzado The New York Times, el directivo era partidario de investigar el grado de responsabilidad de Facebook como difusor de noticias falsas.

Las reacciones en torno a este escándalo también han llegado a Reino Unido, donde el Parlamento reclama la comparecencia de Mark Zuckerberg para que ofrezca una visión «con autoridad suficiente para relatar los detalles de este catastrófico fallo». Una petición a la que se ha sumado el Parlamento Europeo, al considerar que “Facebook debe aclarar ante los representantes de 500 millones de europeos que su información personal no está siendo empleada para manipular la democracia”. Pero, al margen de la suspensión de Cambridge Analytica en la red social, no parece que vayan a depurarse más responsabilidades.

Ahora bien, de lo que no hay duda es de que la revelación ha tocado la línea de flotación de Facebook, revelando los graves problemas de comunicación que arrastra en las cuestiones más básicas. Abundan los ejemplos. Probablemente el más obvio es el relacionado con las noticias falsas que se difunden de muro en muro sin control. La compañía empezó negando su responsabilidad en el asunto, luego la reconoció y finalmente llegó a plantear una serie de medidas que de momento no han resultado demasiado efectivas.

La inconsistencia en su discurso entronca con la opacidad de su estrategia de comunicación

Tres cuartos de lo mismo pasó con la injerencia rusa en las elecciones estadounidenses. En noviembre de 2016 Zuckerberg rechazó de manera rotunda esta posibilidad y un año después admitió que el impacto de anuncios pagados por grupos rusos habían impactado en millones de personas. En más de 100 millones para más exactitud.

La inconsistencia en su discurso entronca con lo que no llega a comunicar, como el cierre de LiveRail. Facebook pagó 500 millones de dólares por esta plataforma digital en 2014 como parte de su apuesta por monetizar el vídeo, pero abandonó el proyecto dos años después tras comprobar que los resultados no acompañaban.

A todo lo anterior cabe sumar el bajo índice de actualizaciones que hace Zuckerberg de su perfil y la escasa colaboración de Facebook con medios nacionales. En España mantienen una opacidad que se traduce en una ausencia completa de notas de prensa y en una relación muy limitada, pese a que el año pasado se fichó a Millán I. Berzosa para acercar posiciones y que Lola Baños lleva en el cargo de directora de comunicación más de cinco años.

De hecho, la relación de Facebook con los medios españoles se ha visto resentida en este arranque de año con el cambio del algoritmo que prioriza los contenidos personales por encima de los post y vídeos publicados por editores. Una medida que ha tenido su correspondiente impacto en las audiencias digitales.