Mauricio FernándezMauricio Fernández.

Mauricio Fernández: Del apagón energético al bloqueo informativo de Pedro Sánchez

| 30 ABRIL 2025 | ACTUALIZADO: 30 ABRIL 2025 21:54

El inédito blackout sufrido este pasado lunes en la península ibérica nos deja, además de 10 horas de parón, incertidumbre e inconvenientes, varias reflexiones al margen de las cuestiones técnicas y políticas de este ridículo mundial.

La sociedad ha demostrado su civismo y madurez en una situación límite y todos hemos tenido distintos aprendizajes, desde el punto de vista personal y profesional. Ahora bien, este episodio ha traído aún más dudas, temores y certezas negativas que las que ya teníamos, sobre todo en lo referido al Gobierno, la comunicación institucional y su ‘prostitución’ por la administración estatal y los organismos y empresas que controla, directa o indirectamente, como es en este caso el papelón de Redeia/Red Eléctrica.

La interrupción del suministro, más propia de un país tercermundista o que sufre un fenómeno meteorológico extremo que de un país europeo avanzado, muestra nuestra debilidad energética, las necesidades que afrontamos y los errores realizados en la planificación, regulación y desarrollo por los organismos y empresa pública irresponsables.

Y lo más grave de todo es ver que ha vuelto a quedar en evidencia el dogmatismo del Gobierno, esta vez con su ridícula obsesión ideológica contra la energía nuclear y entrega a un desarrollo irracional de la fotovoltaica en España, hasta convertir los paneles en una plaga que han supuesto un problema para todos -incluidas las empresas del sector, que se están viendo canibalizadas por el desplome de la rentabilidad de estas instalaciones- más que una solución.

El contexto de los últimos años no ayuda: la guerra de Ucrania, la escalada de precios, la dependencia absoluta del suministro eléctrico y el reto que supone una sociedad más digitalizada que nunca, con el boom de la inteligencia artificial que estamos viviendo y el consiguiente despliegue necesario de centros de proceso de datos, muy demandantes de gran capacidad energética.

La falta de competencia y capacidad de gestión de este Gobierno no es nueva, simplemente mucho más visible. Como tampoco puede sorprender a nadie la mentira, el engaño, la ocultación de datos y desvío de atención y responsabilidades, ausencia de ética, y disposición plena de Pedro Sánchez y su gobierno a todo lo que sea necesario para mantenerse en el poder utilizando la comunicación como arma arrojadiza.

«La falta de competencia y capacidad de gestión de este Gobierno no es nueva, simplemente mucho más visible».

Las terminales mediáticas de Sánchez hablarán de polarización, de que esta es una cuestión muy compleja desde el punto de vista técnico, de una manía persecutoria o, como pretenden insinuar, de bulos extendidos por lo que ellos llaman pseudomedios. Pero el presidente del Gobierno vuelve a pecar de postureo y un afán único de cuidar la foto, echar balones fuera y de no asumir responsabilidades, buscando para ello lo que él cree que son culpables perfectos; de nuevo la sensación de que el único objetivo de Sanchéz y sus asesores en Moncloa es fabricar un relato para dar al equipo de opinión sincronizada con el que salir a defenderse ante la ciudadanía.

Y una vez más se repite el modus operandi y la estrategia, la cortina de humo, planteamientos absurdos basados en prejuicios ideológicos y la búsqueda de chivos expiatorios. Y, para “salvar al soldado Sánchez”, alguien tiene que pagar el pato. La víctima perfecta, que no va a ser precisamente la socialista y exministra enchufada Beatriz Corredor que se ha puesto de lado como si todo esto no fuera con ella, son las de siempre: las compañías del sector eléctrico, el enemigo público número uno.

La demonización de las empresas o la búsqueda de un enemigo, aunque sea imaginario, es el primer y único recurso de defensa y elusión de responsabilidades que maneja el manual de resistencia de Sánchez. Es tan básico que bajo mi modesta opinión sigo sin entender cómo logra engañar a una gran parte de nuestra sociedad; un auténtico enigma y un insulto a la inteligencia permanente.

Pero yendo al grano y analizando detenidamente desde el punto de vista comunicacional el día a día de esta nueva crisis, nos encontramos con una puesta en escena, tardía y errónea, incluso con la OTAN de por medio que lejos de tranquilizar asustó mucho más a la ciudadanía. Y eso sin contar que todavía seguimos sembrando dudas sobre un supuesto ciberataque que ya casi todo el mundo descarta.

La comparecencia tenía lugar a las 18:01, seis horas después de iniciarse el apagón. Por el contrario, y como muestra de buen hacer comunicacional, el gobierno portugués lo hacía mucho antes, primero a las 13.37 hablaba el ministro de la presidencia luso, António Leitao; pasadas las 14.00 horas, el ministro de Defensa atendía a los medios; y a las 16.21, el primer ministro Luís Montenegro ofrecía su primera rueda de prensa y valoración.

La información que ofrecía Pedro Sánchez en esa primera intervención fue tan básica que resultaba demoledora para la credibilidad del Gobierno. Y lo hacía en solitario con ausencia total de los ministros del ramo involucrados en la crisis que han estado desaparecidos en la misma. El presidente del Gobierno una vez más asumía en primera persona el primer apagón en España en los últimos 40 años, con un lenguaje verbal y físico que no dejaba lugar a dudas sobre la escasez de datos a comunicar.

«La información que ofrecía Pedro Sánchez en esa primera intervención fue tan básica que resultaba demoledora para la credibilidad del Gobierno».

‘Se debe hacer caso a la información oficial’, repetía Sánchez una y otra vez. Y lo hacía cuando ya habían pasado seis horas precisamente sin ninguna información oficial de su gobierno. Ya teníamos el primer blackout comunicativo del presidente que se complementaría con las otras dos intervenciones oficiales sobre el apagón.

El daño reputacional e internacional ya estaba hecho. Con lo sencillo que hubiera sido argumentar, poner en valor y concretar a nivel de comunicación en algún momento del día, por ejemplo, la ayuda del gobierno francés o marroquí o incluso el papel del consejo nacional de seguridad reunido por primera vez en La Moncloa con lo que se supone de potencial y liderazgo de dicho organismo.

Y si a todo esto le añadimos el papel nuevamente de la presidenta de Red Eléctrica, Beatriz Corredor, que 48 horas después del apagón, en un ejercicio de transparencia informativa sin precedentes, y en vez de convocar una rueda de prensa con todos los medios informativos, se iba a la cadena SER a contar más de lo mismo y apoyar la versión de su empleador oficial, Pedro Sánchez, pues ya tenemos todo el guion escrito.

Tiempos muy difíciles para las empresas y sus profesionales, como lo son también para los medios de comunicación, y para la transparencia y la información cierta y útil para el ciudadano que ya no sabe a qué atenerse.

‘Táctica del olvido’

Y ahora vendrá la táctica del olvido, de recordar todo esto como una situación puntual que servirá para hacer un estado más fuerte y robusto como sucedió tras el Covid. Que aquí no ha pasado nada grave, que la sociedad se ha comportado estupendamente, como si a oscuras fuéramos a devorarnos unos a otros.

Lo dicho, para buen apagón una vez más, el informativo decretado por el gobierno de Sánchez. Porque su teatralidad y su control de los medios siguen siendo una fuente renovable e infinita de desinformación.

Mauricio Fernández es periodista y editor del medio especializado en seguridad Escudo Digital.