Alba García, directora de Issues Legales en LLYC.

Alba García: El caso Johnny Depp y la quimera de la separación entre obra y autor

| 15 SEPTIEMBRE 2021

Los litigios de famosos siempre son asuntos suculentos para los medios.

No es raro encontrar ejemplos de famosos que son noticia por los procesos judiciales en los que se ven inmersos. Y ver cómo sus carreras se han precipitado al vacío como consecuencia de los mismos.

Recientemente hemos sido testigos de la oleada de críticas sobre el premio honorífico que el Festival de Cine de San Sebastián tiene previsto otorgar a Johnny Depp debido a las diversas causas que el actor tiene abiertas por maltrato al otro lado del Atlántico.

«Ser capaces de dar una respuesta rápida o incluso anticiparse al aluvión de preguntas es clave en la gestión de este tipo de procesos».

Sin duda, la merma reputacional de este litigio hace a muchos plantearse si el actor es digno o no de este tipo de reconocimientos.

El impacto llega incluso al propio jurado, que ha sido duramente criticado también por considerársele poco sensible ante la situación, todo ello además con el trasfondo del movimiento #metoo.

Casos como este nos hacen reflexionar sobre si la separación entre obra y autor es posible. Sobre si diferenciar entre la vida personal y la profesional de un artista es o no factible e incluso deseable. Sobre si pueden coexistir la presunción de inocencia y la publicación de las causas antes de que sean juzgadas.

Las respuestas son subjetivas y suelen estar cargadas de valores personales y tintes políticos. Incluso variable en función del famoso en cuestión o los delitos concretos que esté afrontando.

De lo que no cabe duda es de que el impacto reputacional ante este tipo de situaciones es inevitable y que la defensa legal no puede ser la única a la que recurra el famoso para salvaguardar su imagen ante un proceso judicial.

La comunicación se convierte en un elemento imprescindible de gestionar, a veces igual o más importante que la cuestión dentro de la Sala.

Y no solo para el acusado, también para otras personas o entidades que puedan tener relación con el mismo.

Por ejemplo, si una productora quisiera contratar a Depp para su próxima película, tendría que dar explicaciones. También si alguna firma decidiera contratarlo como embajador de sus productos. O, en este caso, como ha tenido que hacer el jurado del Festival de San Sebastián que ha tenido que salir al paso aduciendo que «la función de un festival de cine no es juzgar las conductas de los miembros de la industria cinematográfica».

No solo se cuestiona al propio Depp sino también a cualquiera que aparece vinculado a él, avalándolo o apoyándolo.

Situaciones que, por otra parte, forman parte de su carrera profesional habitual y que, incluso sin él haberlo promovido o aceptado, vuelven a poner estas causas litigiosas en la picota de la conversación, canibalizando así cualquier «buena noticia» de su trayectoria profesional.

¿Y cómo gestionar la comunicación de litigios con famosos implicados?

Lo ideal es hacerlo con preparación, coherencia y coordinación.

Es frecuente ver cómo estas personalidades salen al paso con una respuesta improvisada o desalineada del argumento legal. Y claro, luego les pasa factura; o bien en el juicio o bien en el poso de la opinión pública.

Cuando esto ocurre es difícilmente recuperable.

Por eso, ser capaces de dar una respuesta rápida o incluso anticiparse al aluvión de preguntas es clave en la gestión de este tipo de procesos.

De nada sirve contestar con evasivas o sin afrontar las cuestiones delicadas con un inútil “no hay comentarios”. Si se tiene una defensa sólida, por compleja que sea, hay que buscar la manera de transmitirla con sencillez, contundencia y solvencia.

Por el contrario, la comunicación no hace milagros; jamás podrá por sí sola solventar una mala actuación.

Si hay algo que se ha hecho mal, tendrá que reconocerse y repararse de manera justa y equilibrada. E, igualmente, para esto habrá que prepararse no solo en el ámbito legal, sino también en el reputacional.