Javier Lapresa - QUUMJavier Lapresa

Javier Lapresa: Hagamos un trato

| 25 MARZO 2025 | ACTUALIZADO: 26 MARZO 2025 6:26

En un entorno laboral donde la innovación y la creatividad no suponen la diferencia, sino que definen la esencia de los que competimos, integrar a los jóvenes en la dinámica de las agencias no es simplemente un trámite; es una necesidad de futuro.

Los jóvenes en prácticas llegan con una visión fresca, con la mochila vacía de inercias y llena de la energía de quien tiene todo por demostrar. Cada uno de ellos, con perfiles que pueden variar desde las humanidades hasta la ingeniería, aporta una diversidad de perspectivas que enriquece nuestro día a día. Es la oportunidad perfecta para aprender a ver el mundo con otros ojos. A recuperar la mirada que la experiencia nos borró.

«Los jóvenes en prácticas llegan con una visión fresca, con la mochila vacía de inercias y llena de la energía de quien tiene todo por demostrar».

Pero la oportunidad no es un regalo unidireccional. Es un reto común que nos ha de impulsar a invertir en estos talentos emergentes. La clave está en construir una cultura donde los jóvenes no solo se sientan bienvenidos, sino en la que se les dé la libertad, la responsabilidad y la confianza para arriesgarse, equivocarse y, sobre todo, crecer.

No se trata únicamente de asignarles tareas rutinarias o relegarles a funciones marginales, sino de implicarlos en proyectos reales, donde sientan la presión de aportar y puedan optar a convertirse en parte esencial del engranaje creativo de la agencia.

Al mismo tiempo, la responsabilidad recae también en ellos. Por desgracia, no sobran las oportunidades para demostrar lo que uno vale cuando el currículo está vacío.

Uno puede tener un talento potencial espectacular que, si no es capaz de añadirle humildad y determinación por desarrollarlo, no llegará nunca a ningún lado. Y cuando escribo determinación, me refiero a hambre por demostrar que mereces un puesto, que respetas la organización pero que has llegado para ponerla patas arriba.

«Cuando escribo determinación, me refiero a hambre por demostrar que mereces un puesto, que respetas la organización pero que has llegado para ponerla patas arriba».

Los jóvenes tienen la responsabilidad de poner sobre la mesa lo mejor de sí, de hacer que todo se cuestione y nosotros, como agencia, la de provocar y facilitar que así sea. Debemos estar dispuestos a recibir esa fuerza innovadora, a nutrirla y a alimentarnos de ella. Es un equilibrio delicado, en el que la confianza y el compromiso mutuo son la base para construir una cultura corporativa vibrante y auténtica.

No podemos olvidar que el proceso de integración también es un camino de aprendizaje para quienes aportamos la experiencia. Los equipos veteranos hemos de encontrar en los jóvenes el impulso para desafiar nuestras propias rutinas, replantear viejos procesos y reinventarnos devolviendo la confianza que un día recibimos.

La comunicación fluida y constante y la enseñanza sincera son herramientas imprescindibles para transformar la inexperiencia en fortaleza y la novedad en ideas disruptivas pero realizables. Esa interacción crea un ecosistema en el que el crecimiento es compartido y la innovación que está en nuestro ADN, se consolida.

Porque al final, en un mundo que cambia a la velocidad de la luz, cuidar e integrar el talento joven no es una opción, es una necesidad. Por responsabilidad con ellos y por responsabilidad con nosotros. Porque nada da igual.