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Sergio Ponce: La revolución de la IA en el marketing: Más allá de la tecnología, hacia lo humano

| 7 OCTUBRE 2024

La inteligencia artificial (IA) está cambiando el marketing digital de una forma que pocos imaginaron. No hablo solo de herramientas o estrategias nuevas, hablo de una transformación fundamental en la manera en que las marcas se relacionan con las personas. Porque, al final, de eso se trata todo, ¿no? De personas.

La tecnología, en su núcleo más puro, es una extensión de nosotros mismos. Y la IA no es la excepción. Cuando se integra correctamente en el marketing, se convierte en un habilitador, una herramienta que no solo mejora lo que hacemos, sino que cambia nuestra forma de pensar y de actuar.

Hasta ahora, muchos en nuestra industria han visto la IA como una moda pasajera o una manera de optimizar procesos. Pero es mucho más que eso. Es una oportunidad para reconectar con lo más esencial: la experiencia humana.

«La IA es una oportunidad para reconectar con lo más esencial: la experiencia humana».

Pensemos en la personalización. Durante años, hemos hablado de personalizar la experiencia del usuario. Pero, ¿cuántas veces hemos logrado realmente conectar a nivel personal? La IA tiene el potencial de cambiar esto. No se trata simplemente de mostrar un anuncio personalizado en el momento adecuado. Es ir más allá, es anticiparse a las necesidades, es saber qué quiere un cliente antes de que él mismo lo sepa. Así es como la IA redefine el marketing: no como un sistema que empuja mensajes, sino como un facilitador de experiencias significativas.

Pero no nos equivoquemos, la IA no es una varita mágica que resuelve todos los problemas. La clave no está solo en la tecnología, sino en cómo la usamos. En la intersección entre la IA y la creatividad humana es donde se encuentra el verdadero valor.

Es esa chispa, esa conexión, lo que marca la diferencia. Porque, aunque la IA pueda analizar patrones y predecir comportamientos, carece de la capacidad de imaginar, de sentir, de contar historias que impacten en lo más profundo de las personas. La creatividad sigue siendo nuestro territorio. La IA nos da los datos, nos da las pistas, pero somos nosotros los que debemos tejer la narrativa.

Y ahí está el verdadero reto. Porque la tecnología está avanzando a una velocidad vertiginosa. Hoy, la IA nos permite analizar datos en tiempo real, automatizar tareas, crear experiencias hiperpersonalizadas. Pero mañana, ¿cuál será nuestro papel en este ecosistema? No se trata de quedarnos obsoletos, sino de evolucionar.

Los profesionales del marketing del futuro serán aquellos que entiendan este baile entre la máquina y el ser humano. Que sepan cuándo dejar que la IA haga su trabajo y cuándo es el momento de intervenir con una idea disruptiva, con una visión que la tecnología, por sí sola, no pueda generar.

Estamos en un punto de inflexión. La IA tiene el poder de cambiar no solo cómo hacemos marketing, sino cómo entendemos la relación entre las marcas y las personas. Y aquí está el detalle: en el fondo, la tecnología siempre ha sido y será una herramienta. Lo que importa es lo que hacemos con ella. Si la utilizamos solo para ser más eficientes, habremos perdido la oportunidad. La verdadera revolución ocurre cuando la usamos para ser más humanos.

«La IA tiene el poder de cambiar no solo cómo hacemos marketing, sino cómo entendemos la relación entre las marcas y las personas».

Pensemos en un futuro cercano donde las búsquedas desaparezcan tal y como las conocemos. Un futuro donde las marcas no esperen a que los consumidores vengan a ellas, sino que anticipen sus necesidades y ofrezcan soluciones antes de que el deseo se convierta en una carencia. La IA puede convertir este escenario en realidad. Pero hay una delgada línea entre ser útil y ser intrusivo. El éxito radicará en cómo gestionamos esta delgada línea, en cómo mantenemos la confianza mientras llevamos la personalización a niveles nunca antes vistos.

La IA nos da las herramientas para ser más eficientes, sí, pero también nos reta a ser más éticos, más creativos, más conectados con lo que realmente importa. Nos recuerda que el marketing no es solo una cuestión de ventas o cifras; es, y siempre ha sido, una cuestión de personas. Y si olvidamos eso, ninguna tecnología, por avanzada que sea, nos salvará.

Entonces, ¿cuál es el siguiente paso? No se trata de subirse al tren de la IA porque es la tendencia del momento. Se trata de entender su potencial y sus limitaciones. De saber cuándo confiar en el algoritmo y cuándo confiar en nuestro instinto. De usar la tecnología no como un fin en sí mismo, sino como un medio para crear experiencias que realmente importan.

Para mí, la revolución de la IA en el marketing no está en lo que la tecnología puede hacer por nosotros, sino en lo que nosotros, como profesionales y como seres humanos, decidimos hacer con esa tecnología. Porque, al final del día, no importa cuán avanzada sea la IA, siempre habrá algo que solo nosotros podemos aportar: la visión, la emoción, la historia. Y eso, amigos, es algo que ninguna máquina podrá reemplazar.

Así que, abracemos la IA, sí, pero hagámoslo con propósito. No perdamos de vista que detrás de cada algoritmo, de cada dato, de cada interacción, hay una persona. Y es para ellas para quienes debemos seguir creando, innovando y, sobre todo, conectando. La tecnología nos ofrece las herramientas; nosotros decidimos cómo usarlas. Y en esa elección reside el verdadero poder del marketing del futuro.

Por Sergio Ponce, Digital Brand Manager en PROA Comunicación.