Los expertos elogian la cobertura de la DANA, con reproches al pseudoperiodismo y tintes amarillistas
El papel capital que juegan los medios de comunicación en escenarios de catástrofe, reclama a los periodistas un refuerzo en su responsabilidad deontológica. Además de narrar la evolución de la tragedia o su efecto en la población, entre sus deberes profesionales destaca el de valerse de sus altavoces para prestar un servicio público, independientemente de la titularidad de las empresas.
Tras el desastre de la DANA en Valencia, con más de 200 fallecidos y decenas de desaparecidos, muchos periodistas se han trasladado para contar los hechos sobre el terreno con diversos enfoques, formatos, tonos y canales. Un trabajo que, en términos generales, ha sido elogiado por los especialistas del sector, aunque con duras críticas a puntuales prácticas.
La cobertura informativa de estas dos primeras semanas ha sido «muy completa» para el catedrático de Periodismo de la Universidad de Navarra, Ramón Salaverría. Desde el punto del contenido y de recursos técnicos y materiales, considera que ha sido «muy buena cobertura», con «gran riqueza multimedia«. Sin embargo, el académico ha detectado como punto de mejora el nivel de precisión de las localizaciones afectadas, por falta de mapas cartográficos.
«Al igual que en los tiempos de la pandemia, los medios salen reforzados por el tratamiento informativo».
La presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), María Rey, observa que la cobertura está siendo «muy buena, con un periodismo responsable y comprometido«, y unos informadores que «en general se han volcado, con bastante empatía y delicadeza«.
Rey ensalza a los medios que han apostado por desplazar a sus presentadores de informativos a las zonas afectadas. «Tiene valor; no es una cosa sólo testimonial, es colocar el foco en esos lugares y darles prioridad. Es lo que la población española y valenciana necesitaba». Matías Prats (Antena 3), Carlos Franganillo, María Casado (Telecinco), Marta Carazo o Alejandra Herranz (TVE), son algunos de ellos.
«Al igual que en los tiempos de la pandemia, los medios salen reforzados por el tratamiento informativo«, responde José Luis Sánchez, periodista y consultor de comunicación estratégica. «El despliegue de profesionales, la extensa cobertura, la búsqueda de diferentes ángulos informativos y la variedad de medios técnicos utilizados, han acercado la actualidad a las distintas audiencias, constituyéndose en fuentes fiables«.
La inmediatez es el gran punto fuerte de los periodistas, para Ricardo Gómez Díez, dircom experto en reputación y profesor de la Universidad Carlos III. «Llegaron antes los medios de comunicación que los medios materiales y humanos«, señala.
La línea roja del sensacionalismo
Los expertos consultados coinciden en que han percibido puntuales tintes amarillistas en el tratamiento, con un «exceso de emocionalidad«, sobre todo en programas de entretenimiento y de actualidad en televisión, ajenos al género puramente informativo.
«En magazines y espacios de tertulia, se ha podido ver sensacionalismo, como es el caso de Rubén Gisbert, reportero de Iker Jiménez, donde artificialmente se embarra para dar apariencia de haber tenido una situación más complicada que la sufrida. Es incalificable», lamenta Salaverría.
La presidenta de la APM califica a este creador de contenido de «pseudo-reportero«. «No entiendo que haga un numerito. Es incumplir el código deontológico, nosotros no somos la noticia. Por el contrario, también he visto a una reportera, víctima de la catástrofe, al lado de los restos de su casa, donde no quedaba nada, que supo contar lo sucedido con serenidad».
«La competencia con las redes, los puntos de share y la perenne preocupación por los clics» han impulsado a medios a incrementar la emoción en sus narraciones, según Sánchez. La avalancha informativa en redes sociales y la atención que sobre estas han prestado los medios, han provocado, a su juicio, la publicación de noticias imprecisas. La mayoría de los consultados ha echado en falta mayor verificación periodística de información procedente de esos canales.
Reputación en juego
Estas prácticas deficientes, pese a ser calificadas de «minoritarias» en la cobertura de las inundaciones, ponen en jaque la reputación de los medios, que pueden llegar a acarrear, según éstos, consecuencias como una pérdida de credibilidad o su transferencia a creadores de contenido.
La defensora del lector de ABC y decana de la facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, Charo Sádaba, advierte que «hay que seguir trabajando en recuperar la confianza de la ciudadanía en los medios«, y que su imagen «ha quedado en algunos casos asimilada a la de los poderes políticos«.
La académica detecta que «la viralización de contenidos generados por personas a pie de calle que cuentan la verdad de lo que está pasando nos indica que hay una trasferencia de la confianza hacia personas como yo, sin cuestionar que esas personas también pueden tener una visión parcial o, en ocasiones, intencionada».
Los especialistas reclaman mayor prudencia en las redacciones para verificar contenidos procedentes de redes sociales.
Otro de los factores que pueden mermar la confianza en los medios, piensa Gómez Díez, son sus posicionamientos «excesivamente partidistas». «En una crisis así, que afecta a todos los ciudadanos con independencia de su voto, son peligrosos porque ensanchan la distancia entre medios tradicionales y ciudadanos«.
Pese a todos los puntos débiles expuestos, los profesionales de la Comunicación ovacionan el trabajo desempeñado por los periodistas en la tragedia, aunque recomiendan con contundencia evitar «el seguidismo ciego de las redes sociales y la obsesión por el último minuto«, y apostar por la serenidad, el sosiego y el contraste.