Diego Crescente: 3 de mayo: Hoy no es un día cualquiera

| 3 MAYO 2020 | ACTUALIZADO: 4 MAYO 2020 13:28

Desde hace un mes y medio nuestras vidas han cambiado radicalmente. Las jornadas van sucediéndose sin distinción entre lunes o domingos. A menudo tampoco diferenciamos entre el día y la noche. Vivir entre cuatro paredes, veinticuatro horas al día, supone una prueba de fuego continua para nuestra mente. La potencia intelectual del alma está diseñada para someterse a un torrente continuo de sentidos, que encuentran en el exterior su universo natural.

Paradójicamente, el confinamiento nos ha llevado a consumir mucha más información. Necesitamos saber qué ocurre fuera. Qué está pasando en el mundo exterior. Ese que antes podíamos conocer simplemente atravesando el portal y que ahora parece tan lejano, pese a estar a la misma distancia.

El consumo masivo de información es, precisamente, el que hace más necesaria que nunca la libertad de prensa. Ese privilegio que celebramos hoy. Solo gracias a los medios y periodistas libres e independientes garantizaremos nuestro derecho ciudadano a la información. Por desgracia, a los enemigos tradicionales de la libertad de prensa de ayer se le suman otros menos tangibles, pero mucho más peligrosos.

Las ‘fake news’ y la desinformación son la censura y las coacciones a los medios de nuestro tiempo. Ambas atacan directamente la credibilidad, la esencia de la prensa, y atentan contra la materia prima del periodismo: la información.

La primera supone un acelerante perfecto para la segunda. La divulgación de noticias falsas genera desinformación. Mentir y difundir son los dos elementos imprescindibles para conseguir su objetivo. Así, la mentira se contrapone a la verdad, a la principal virtud del periodismo. Además, utiliza como medio de propagación a la prensa, la radio, la televisión o las redes sociales. Su resultado esperado es el engaño general con un fin, sea este político, económico o social.

«El consumo masivo de información es, precisamente, el que hace más necesaria que nunca la libertad de prensa».

Por su parte, la desinformación es el efecto esperado de las noticias falsas. Su premisa reside en la falta de información veraz. Es el ecosistema perfecto para la manipulación. Su ausencia genera un espacio que será ocupado por las noticias falsas, por los bulos de toda la vida. De esta manera nuestra percepción particular de la realidad se ve sustraída a la verdad.

Ver las cosas con el tamiz de la desinformación es similar a observar la naturaleza con varios cristales de colores. Podremos contemplar las montañas, los ríos o los valles. Tendrán las mismas formas, pero son otra realidad radicalmente diferente a la original. Este es el papel que juega la prensa hoy. Debe ayudarnos a hacer traslúcido un cristal más opaco que nunca.

Definir un problema ayuda a su solución, pero no es suficiente. Sólo con un periodismo valiente e imparcial, la prensa conseguirá derrotar a sus nuevos enemigos. Conviene recordar en qué consiste esta actividad profesional, que no es otra que la obtención, el tratamiento, la interpretación y la difusión de informaciones. Periodismo y comunicación van de la mano. Este es su ciclo virtuoso, cuyo resultado es la verdad. En cada uno de estos pasos el periodista se juega su prestigio y la sociedad su derecho a una información veraz e independiente.

«Sólo con un periodismo valiente e imparcial, la prensa conseguirá derrotar a sus nuevos enemigos».

“Todo ha cambiado”. “Nada será lo mismo”. “No volveremos a ser los de siempre”. Estas son algunas de las frases que se multiplican en el universo pospandémico. Sin embargo, el periodismo y la comunicación, los cimientos sobre los que se construyen, no deben mutar. No pueden cambiar. Deben ser los de siempre. Los que se basan y siempre se han basado en la valentía, la responsabilidad y los valores.

Estos son los principios que deben regir nuestro trabajo y que nacen de la firme convicción en la transparencia y el compromiso con una información veraz. También es momento de acordarnos de aquellos que perdieron la vida en el ejercicio del periodismo. Es momento de acordarse de los 10 periodistas asesinados durante 2020 en todo el mundo. De los 231 encarcelados, de los 115 ciudadanos detenidos por informar o de los 14 colaboradores de medios de comunicación castigados por ejercer la libertad que todos celebramos y disfrutamos hoy. Es su día. Un día que no puede ser cualquiera.