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Carlos Franganillo: “Medir la calidad de un informativo por la audiencia es un error”

| 21 DICIEMBRE 2022 | ACTUALIZADO: 22 DICIEMBRE 2022 9:05

Es una de las caras más reconocidas de los informativos de Televisión Española. Carlos Franganillo (Oviedo, 1980) presenta el Telediario 2 desde 2018, tras aceptar la propuesta de la entonces presidenta de la corporación, Rosa María Mateo.

El periodista, que ingresó en RTVE en 2008 tras obtener plaza en las últimas oposiciones convocadas por el ente, aceptó el cargo poniendo punto final a su etapa como corresponsal, primero en Moscú (2011-2014) y después en Washington (2014-2018).

Al frente del Telediario, Franganillo ha recibido numerosos premios como el Ondas (2019), el de la Asociación de la Prensa de Madrid (2021) o el Iris que concede la Academia de la Televisión (2022) y que reconocen tanto su calidad y estilo periodísticos como su apuesta por trasladar el informativo a la calle, al epicentro de la noticia.

A finales de un año agitado para RTVE, marcado por el cambio en la presidencia o la crisis de audiencia tradicional, Franganillo atiende a DIRCOMFIDENCIAL en Torrespaña.  

¿Qué aporta a un informativo trasladar el plató a la calle?

Aporta muchos matices siempre que no se abuse del modelo. Nosotros hemos apostado por sacar el plató a la calle en ocasiones muy contadas y elegidas, donde creemos que la importancia del tema lo merece y pensamos que eso va a aportar valor añadido, donde permitamos al espectador entrar en un tema mucho más a fondo, que no sea simplemente un escenario de cartón.

Creo que el espectador se mete mucho más en la historia, casi tiene la oportunidad de oler y tocar lo que está pasando en un escenario que le es muy lejano. Además, el presentador puede interactuar con esos protagonistas, hacer entrevistas y ser testigo de lo que está pasando.

“Temo que estemos midiendo audiencias con herramientas del siglo XX”.

 

La última vez que el Telediario salió a la calle fue en octubre a Kiev, ¿cómo vivió aquella experiencia?

Fue un Telediario bastante poco preparado. Nosotros llegamos a Kiev para hacer un trabajo más elaborado y emitir un especial un miércoles, pero dos días antes ocurrieron cosas. Hubo un bombardeo que subía de intensidad respecto a lo que había ocurrido en los meses anteriores en la capital, que llevaba sin ser atacada durante bastantes meses. Eso nos hizo anticiparnos, apresurarnos y montamos un Telediario con menos tiempo del que hubiéramos querido desde la plaza de Maidán. Pero yo creo que fue un acierto porque tuvimos la oportunidad de ofrecer un Telediario al espectador desde un sitio donde realmente estaban pasando cosas, donde había una noticia y donde habíamos sido testigos.

El Telediario que presenta ha superado en audiencia a Informativos Telecinco de Pedro Piqueras en los dos últimos meses. ¿Cree que esto responde únicamente al puntual efecto Mundial o supone un indicio esperanzador?

El tema de las audiencias se me escapa totalmente. Creo que a veces tienen un elemento bastante caprichoso y muy irracional. Todos los profesionales que nos dedicamos a esto tratamos de ver cómo ha respondido el programa ante la audiencia el día anterior, y no acabas de encontrar patrones coherentes. A lo mejor un día haces un Telediario excepcional y ese día la audiencia es bastante baja. No hay una fórmula, o al menos yo no la conozco. Creo que hay demasiados factores y que medir la calidad por la audiencia es un error. Si la audiencia acompaña por otra serie de circunstancias, pues bienvenido sea y seguramente haya un porcentaje de muy buen trabajo detrás, pero yo creo que hay demasiado factores irracionales. Los expertos en audiencia supongo que lo verán más claro, pero aun así a mí no me acaban de convencer demasiado.

“Con el tiempo, arrincono más las críticas interesadas. Alimentan un ruido artificial”.

¿En qué medida deben preocupar los datos de audiencia a los informativos de una televisión pública?

Tienen que preocupar en el sentido de que tú tratas de hacer un trabajo para los ciudadanos, y si no llega a éstos y no lo consumen, evidentemente ahí hay un problema. Pero también pienso que aunque tengamos una serie de medidores y referencias para medir las audiencias, temo que estemos midiendo cosas con herramientas del siglo XX. El que tenemos supongo que es una referencia para el mercado publicitario, y me parece muy bien porque seguro que está mostrando una parte de la realidad, pero también pienso que hay otras partes del consumo de televisión que no se están teniendo tan en cuenta.

¿Por ejemplo?

Me refiero a Internet, YouTube o a otros muchos canales que llegan a otros públicos. El perfil de las personas que ven televisión en directo es cada vez más reducido, suele ser gente de edad más elevada. Seguramente la medición oficial es muy fiable para seguir los comportamientos audiovisuales de un sector de la población, que se ha acordado que sea la referencia para el mercado publicitario, pero me temo que hay otra parte de la realidad que se puede medir también que no lo usamos como termómetro.

Creo que eso irá cambiando y hay que tener un ojo puesto, por supuesto en las audiencias tradicionales pero también, aunque no salga todos los días en la prensa del sector, en otros canales, como plataformas de cada medio. Por ejemplo, a las tres semanas de la emisión del Telediario desde Kiev, que fue visto por 1,6 millones de espectadores en directo, ese programa subido a Youtube acumuló más de un millón extra de visionados, sin contar con otras plataformas como RTVE Play.

¿Qué responde a quienes critican que los informativos de TVE están fuertemente politizados?

Creo que están en un gravísimo error. Sinceramente lo creo. Si no, yo no estaría aquí. Tengo la suerte de estar dentro de un equipo que es realmente profesional, honesto, ecuánime y riguroso. Ha habido algunas variaciones pequeñas en el equipo en estos casi cinco años y, en general, en los informativos de TVE. Es una redacción extremadamente dialogante, donde hay muchísimo debate interno para evaluar cada información. Está bien que se nos escrute y que se nos vea con una lupa más grande que a los demás porque tenemos una función diferente, al ser un servicio público, pero a partir de ahí todo lo que son críticas interesadas, que alimentan un ruido artificial, muchas veces no las tengo muy en cuenta. Con el tiempo, cada vez las arrincono más. Siempre trato de estar muy pendiente de las críticas que aunque sean duras sean constructivas y vengan de gente respetable y con criterio.

«Cuando se dice que el consumo de televisión ha caído creo que es falso».

¿Cómo cree que debe adaptarse el Telediario a los nuevos hábitos de la sociedad? ¿Está llamado a reorientar el tono del relato, el ritmo, la estética, es preferible preservar su esencia,…?

Hay muchas teorías sobre esto. Creo que el Telediario, como cualquier medio audiovisual, tiene que consumirse en diferentes lenguajes. Es decir, tiene que haber una emisión tradicional, con la narración que hoy conocemos, pero que luego ese mismo producto y contenido que generan los servicios informativos se puedan traducir en diferentes canales. Hay que tratar de llegar más claramente al espectador. Creo que se está haciendo. Hay una gran parte de todo ese trabajo de los medios audiovisuales que no se está viendo y a veces los periodistas caemos un poco en esa crítica de “este modelo ya está viejo” o “la televisión tradicional ha muerto”. Bueno, ha muerto si nos fijamos en esa parte del consumo televisivo, que es en directo. La nueva televisión ya ha nacido, otra cosa es que no nos queramos fijar en esos datos. Cuando se dice que el consumo de televisión ha caído creo que es falso, porque seguramente ese consumo se ha diversificado en otros canales.

¿Cuál diría que es hoy el punto fuerte y distintivo del Telediario?

Tenemos ventajas y desventajas. Tenemos el reto de hacer un Telediario de una hora aproximadamente y ahí tiene la ventaja de incluir más temas y tiene la desventaja de que tienes que tratar de imprimir un ritmo que haga que la gente no desconecte en una hora, porque el formato de 30-35 minutos puede ser mucho más ágil. Nosotros tratamos de asumir ese reto con un ritmo que trata de ser intenso, pero tampoco demasiado acelerado y epiléptico, porque necesitas también reposo para algunas cosas. Necesitas la narración de TVE que generalmente siempre ha sido algo más pausada, más parecida a las de cadenas públicas europeas. Creo que la narración en ese sentido tiene un punto diferenciado. Por otro lado, tenemos una red de corresponsalías que nos permite prestar gran atención a la información internacional.

¿Qué aporta hoy el Telediario a la marca RTVE?

Siempre ha sido una marca que distingue a TVE. Tiene impacto internacional y prestigio. Creo que a veces pecamos de cierta vergüenza hacia lo propio. Muchas veces tenemos grandes reconocimientos por parte de la profesión hacia el trabajo que hacen los telediarios y quizá no lo publicitamos lo suficiente. Creo que este año ha sido magnífico en ese sentido, tanto en los Premios Iris, que han dado el premio al Mejor Informativo, como en los Ondas a la cobertura de Ucrania, y a veces parece que nos dé vergüenza.

Estando en un medio público estos premios nos animan a seguir trabajando en esa línea. En medio de todo el ruido, un espectador que quiera acercarse a la realidad de las cosas de lo que pasan en España yo creo que encuentran en los telediarios una visión honesta, rigurosa y plural de lo que está pasando.

«Detrás de un telediario hay muchísimo debate, contraste, discusión profesional interna por tratar de elegir la palabra correcta».

¿Qué es lo más especial de presentar un Telediario?

Tiene muchas cosas buenas. Lo primero, es una enorme responsabilidad no solo individual sino también de equipo. A veces el trabajo del presentador se sobrevalora, ya que se le atribuye el mérito de todo lo que sale en la pantalla y eso es injusto, porque detrás hay un trabajo de cientos de personas, en la redacción central, centros territoriales o corresponsalías. Es una cadena humana enorme, donde tú tienes la enorme responsabilidad de dar la cara y de canalizar todo ese trabajo. Es un honor ser la cara de todo ese trabajo colectivo muy riguroso y concienzudo y la parte más sensible es cumplir con la responsabilidad de hacerlo bien.

¿Qué no sabe el espectador de lo que implica presentar un Telediario?

Que presentar el Telediario es la parte más fácil. Es el resultado de muchas horas de trabajo, hablando con redactores especializados y expertos en un área concreta de la información, que te la explican y resuelvan dudas porque tú necesitas saberlo para contarlo después al espectador. Presencias muchos debates entre áreas. Es un proceso muy enriquecedor.

Lo que tendría que saber el espectador quizás es que detrás de un Telediario hay muchísimo debate, contraste, discusión profesional interna por tratar de elegir la palabra correcta, el término preciso, para que el espectador reciba la información de manera más clara, precisa y alejada de cualquier tipo de tendencia o interferencia. Eso lleva muchas horas y a eso se dedica una gran parte del trabajo de toda la tarde.

¿Noticias que le gustaría contar en 2023?

Lo fácil es decir que termine la guerra de Ucrania. No lo veo muy claro y no me atrevo a hacer ningún tipo de pronóstico. Más allá de eso, creo que llevamos ya años atravesando una etapa de vértigo a nivel internacional, con mucha repercusiones nacionales, de gran inestabilidad. El futuro siempre es incierto pero creo que estamos viendo una etapa de grandes turbulencias a todos los niveles. Entonces, creo que un poco de estabilidad, calma y prosperidad, vendría fenomenal.