Actores de Médico de Familia.

Globomedia: auge y caída del gran imperio de la ficción española

| 14 MARZO 2022 | ACTUALIZADO: 15 MARZO 2022 8:46

La historia de la televisión en España no se entendería sin aquellas productoras que aparecieron en determinados momentos con el fin de cambiar el paradigma audiovisual. Globomedia fue una de ellas. En concreto, en el marco de la llegada de las cadenas privadas que rompieron la hegemonía de TVE en la industria. Aunque desde aquellos comienzos de los 90 la situación haya dado un giro de 180 grados.

En concreto, el nacimiento de esta productora data de 1993, pese a que Emilio Aragón y Daniel Écija, dos de los socios fundadores –habría que sumar y considerar en la línea también a Andrés Varela, Manuel Valdivia y  José Miguel Contreras–, comenzaron a planearlo tiempo atrás. El objetivo: adaptar parte de la filosofía estadounidense televisiva a la idiosincrasia española. Así llegó Médico de Familia, su primer gran proyecto de ficción protagonizado por el propio Aragón que marcó un punto de inflexión en la forma de hacer televisión. El motivo: su éxito derivó de un estudio elaborado por los creadores observando qué funcionaba al otro lado del atlántico y trasladándolo al guion nacional. O eso hicieron creer.

El nacimiento de esta productora data de 1993 y rápidamente alcanzó un gran éxito con la creación de Médico de Familia.

Tal y como reconoció el propio Contreras en una entrevista con Onda Cero en 2019, en aquellos años llegó a vivir como “estafador creativo”. Es decir, ante la falta de internet y de posibilidad de conocer a un lado y otro del Atlántico qué es lo que se estaba haciendo, este empresario y periodista trajo a las fronteras nacionales ideas que había conocido ya creadas en Estados Unidos haciendo ver a los directivos televisivos que eran propias, nuevas.

Además de esta tradicional picaresca patria, también se apoyaron de GECA, el Gabinete de Estudios de Comunicación Audiovisual, liderado por Contreras con quien configuraron el Grupo Árbol junto a la argentina Promofilm y que se dedicó a la investigación de audiencias y el desarrollo de formatos televisivos en base a estudios teóricos. Una prueba testada con éxito gracias a Médico de Familia a la que vinieron otras tantas.

Desde Periodistas a Compañeros, 7 Vidas a Un paso Adelante, Los Serrano, Los hombres de Paco, Águila Roja o El Barco. Muchas fueron las ficciones que crearon escuela en la ficción española y que tuvieron el sello Globomedia. Algunas, como la última, siendo recordada aún hoy en las escuelas de comunicación por el incesante emplazamiento publicitario de una conocida marca de bebidas carbonatadas dentro de un argumento apocalíptico en el que un barco a la deriva parecía haberse quedado solo en el planeta. Ahora bien, el suministro de esta bebida no faltó en ningún caso.

Fotograma de El Barco.

A estos nombres habría que sumar su rama enfocada al entretenimiento, entre cuyos éxitos destacaron El gran juego de la oca, El Informal, El club de la Comedia, Caiga quien Caiga El Intermedio o Sé lo que hicisteis, aunque si por algo ha destacado a lo largo de su historia es por la ficción con Écija a la cabeza.

El problema es que más allá del reconocimiento que pudieron llegar a tener sus series y programas, especialmente entre los últimos años de los 90 y la primera década de los 2000, Globomedia vivió en su seno accionarial una larga lucha de poderes e intereses que terminó por convertirse en la disolución de lo que un día fue.

Quien abrió la punta de lanza fue José María Irisarri, que a principios de 2004 abandonó el grupo entre rumores de desentendimiento con el resto de grupos formados en base a intereses de los accionistas que años más tarde salieron a florecer. Un año más tarde, Globomedia se asociaría con Mediapro, El Terrat, Bainet y Drive para juntos optar a la licencia de televisión privada que configuraría LaSexta. Y el Gobierno, muy próximo a los fundadores de la productora, se la adjudicó.

A la par, Grupo Árbol, encabezado por Globomedia, realizó un nuevo giro empresarial de gran calado al aliarse con Mediapro y configurar así el mayor conglomerado audiovisual del país cuyo nombre fue Grupo Imagina. Así, mientras la primera estaba especializada en la ficción, la segunda era el gran peso pesado de los principales derechos deportivos. Un acuerdo que se mantuvo hasta el año 2015, cuando los fundadores de Globomedia aceptaron la venta de sus participaciones y por consiguiente se desconfiguró la que un día fue la productora más próspera del país –aunque en su mayoría han permanecido más o menos ligados al grupo–. De esta forma, Mediapro, Televisa, WPP y Torreal tomaron el control de la empresa madrileña.

Para entonces, las tiranteces y discrepancias en el seno del accionariado habían hecho mella en una relación que sumaba largas décadas. La falta de proyectos de gran calado y la crisis económica que acarreaba el sistema audiovisual nacional no favorecieron esta situación. Tampoco la configuración de los grandes conglomerados audiovisuales del país: Mediaset y Atresmedia. Especialmente este segundo, cuya fusión entre Antena 3 y LaSexta rebajó la influencia de Globomedia en la cadena.

Mediapro sale en su auxilio

La situación fue tal que la productora se vio obligada a pedir auxilio a Mediapro en busca de liquidez. En contraposición, los empleados. Una serie de despidos que hicieron mermar aún más la autoestima de una plantilla que veía cómo el imperio se venía abajo.

Ante esta realidad la empresa se apoyó en la épica de la historia y en el fuerte asentamiento en el parqué audiovisual que nunca ha dejado de tener. De hecho, según el informe de GECA ‘La producción en televisión’ en 2019, Globomedia fue la productora que más horas emitió en abierto, con un total de 3.885 horas, es decir, un 5,6%. Un año más tarde, esta misma descendió hasta el quinto lugar del ranking en abierto, con un total de 2.311 horas y un 3,9% de cuota. Un puesto que también se mantuvo en 2021.

Pese a todo, las cifras siguieron saliendo a flote para la compañía. Así lo demuestran los datos de 2019, con una cifra de negocios de 108 millones de euros. No obstante, también con un mayor número de deudas (especialmente con empresas del grupo y asociadas, por valor de nueve millones,) y proyectos que hicieron mermar su cuenta de resultados: 10.443.165 euros frente a los 1.097.969 del año anterior. Y es que solo de 2018 a 2019 esta empresa sumó 258 contratos, fijos y no fijos, a su plantilla, principalmente por las inversiones y proyectos sumados a su cartera en ese tiempo –cabe recordar que Globomedia tiende a contratar por proyecto a los trabajadores como indefinidos y no por obra, tal y como suelen hacer el resto de empresas del sector–.

Tras esta época llegó la pandemia. Y todo empeoró. Los despidos, los ERTE y salidas en algunos casos desesperadas de parte de plantilla volvieron a evidenciar la fragilidad de esta productora que perdía veterano talento necesario para mantener su esencia. Así desembocaron las críticas, las denuncias sindicales y el impulso de otras productoras, algunas curiosamente apoyadas por viejos conocidos de la empresa, haciéndoles frente en un mercado cada vez más fragmentado. Y, si bien la solución más aparente ha sido el giro hacia las OTT, lo cierto es que poco queda ya de lo que un día Globomedia fue: el imperio de la ficción televisiva española.