Los lectores siguen confiando en la prensa en papel para informarse de hechos relevantes

| 24 ABRIL 2018 | ACTUALIZADO: 24 ABRIL 2018 17:45

El papel se erige como el formato mediático más confiable para los lectores, según un estudio realizado por la Universidad Carlos III de Madrid. En la investigación se ha analizado con detalle el tratamiento informativo en el caso de WikiLeaks.

Las grandes filtraciones de informaciones confidenciales que se han destapado últimamente a nivel internacional han sido cubiertas en España por medios digitales como El Confidencial o eldiario.es y por canales de televisión como La Sexta. Pero cabeceras como El País, The Guardian, The New York Times o Le Monde, siguen siendo consideradas por la población como los «medios de referencia» en este tipo de temas.

El impacto mediático de un hecho noticioso depende, según el estudio, de «su difusión en la prensa de papel que aún conserva su influencia y poder legitimador». Esto se vio, sobre todo, tras el estallido del caso WikiLeaks, cuando Julian Assange liberó cantidades ingentes de información sobre la diplomacia estadounidense.

Elías y Quian: «La prensa tradicional y de papel sigue siendo quien otorga influencia y prestigio»

En un primer momento, el dueño de WikiLeaks ofreció la información en bruto a una población que no estaba familiarizada ni con la jerga ni con el asunto al que hacía referencia. Para los investigadores de la Universidad Carlos Elías y Alberto Quian, este movimiento fue ineficiente tanto para «influir en la opinión pública», como para «causar reacciones sociales y políticas significativas».

Los datos necesitaban un tratamiento llevado a cabo por expertos en la materia y Assange lo sabía. Por eso, no tardó en firmar acuerdos de colaboración con cinco de los medios más influyentes a nivel mundial: The Guardian, The New York Times, Der Spiegel, Le Monde y El País. Cubriendo así diferentes áreas geográficas y publicando noticias comprensibles y accesibles para la población.

Estos cinco medios tienen en común la calificación de «prensa de calidad», pero tras una votación vía Twitter, los seguidores de Assange decidieron que el resto de filtraciones se realizasen «íntegramente». Un acto condenado por los medios debido a las escasas precauciones en torno al cuidado de las fuentes y que «no logró igualar las cotas de popularidad» alcanzadas durante la colaboración con los periódicos.

El cambio de estrategia al diversificar su acuerdo con medios de menor tirada -como Público– tampoco consiguió los resultados conseguidos en la primera etapa, evidenciando que «la prensa tradicional y de papel sigue siendo quien otorga influencia y prestigio» a este tipo de fenómenos, expresaban los autores.

La «credibilidad y legitimidad» que definen a los medios tradicionales en papel siguen apuntalando un sector que se enfrenta a una de sus peores épocas en los últimos tiempos.