Miguel Cardenal, directivo de Mediapro.

Miguel Cardenal reabre la guerra del fútbol con Prisa a cuenta de su fichaje por Mediapro

| 12 NOVIEMBRE 2018 | ACTUALIZADO: 4 MARZO 2020 14:29

El fichaje de Miguel Cardenal, secretario de Estado para el Deporte y presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD) durante el gobierno de Mariano Rajoy, por Mediapro no ha pasado en absoluto inadvertido. Es más, el anuncio de su incorporación a la productora catalana provocó un alud de críticas tanto en medios como en la Federación Española de Fútbol al entender que se trataba de un nuevo caso de «puertas giratorias».

El País fue uno de los medios que abrió la espita al recordar que Cardenal fue uno de los principales impulsores del Real Decreto para la venta centralizada de derechos televisivos que dio alas al negocio de la compañía de Jaume Roures. Su fichaje en cualquier caso se ajusta a la legalidad, en tanto que cumple con los plazos de incompatibilidad como cargo público estipulados por la ley.

No obstante, la cabecera de Prisa destacaba la amistad entre el ex secretario y Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional, al que este último definió como “el mejor secretario de Estado del Deporte que ha tenido España». Unos términos que no han gustado nada a Cardenal, quien ha hace unos días dirigió una carta al periódico dirigido por Soledad Gallego-Díaz para reprochar su posicionamiento editorial.

El antiguo presidente del CSD comenzaba su escrito, titulado ‘Puertas giratorias: La ética de mi decisión’, criticando que según El País su próxima incorporación a Mediapro era «una puerta giratoria que pagarías las ventajas obtenidas» durante su etapa en el Gobierno.

A renglón seguido, arremetía contra el grupo Prisa al considerar que «solo la fuerte competencia que esta empresa supuso para la filial de televisión de su grupo y alguna rectificación a la que han sido condenados recientemente explican esta mezcla de saña y falta de objetividad».

A partir de aquí Cardenal recodaba los diversos enfrentamientos que protagonizaron ambos grupos a tenor de la conocida como guerra del fútbol, incluyendo los editoriales que dedicó El País a la mediación del ex consejero. «Desde ahí hasta el final de mi mandato únicamente es reseñable la aprobación de la norma que regula la venta centralizada de los derechos de retransmisión del fútbol», apostilla.

Tras reabrir viejas heridas, concluye su carta tachando que el posicionamiento editorial «permite afirmar que solo incurriendo en una contradicción flagrante podría El País cuestionar la ética de mi decisión respecto de mi próximo trabajo».