Todo lo que puedes comunicar con un apretón de manos

| 28 JULIO 2015 | ACTUALIZADO: 28 JULIO 2015 11:00

Dicen que cuenta mucho la primera impresión, la que se nos graba inconscientemente, más allá de la conversación que hayamos mantenido con otra persona. Esa primera impresión es la que nos hace sentir que alguien nos ha caído bien sin saber por qué, o que alguien nos transmite desconfianza sin una razón aparente. Pero no solamente influye la que nos entra por los ojos cuando vemos a una persona, sino también aquella información que archiva el inconsciente a partir de otros sentidos: igual que la voz influye en el oído para indicarnos algo más de una persona, un apretón de manos es clave para el tacto, y nos revela mucho del otro. Por eso, vale la pena pararse a observar qué estamos comunicando cuando estamos estrechando la mano de alguien que nos va a entrevistar para un puesto de trabajo, o un potencial cliente con el que tendremos una reunión. Al mismo tiempo, saber qué indica la forma de apretar la mano puede hacernos más conscientes de cómo es la otra persona en todos los niveles.

1. La fuerza debe ser equilibrada. Dar la mano sin apretar en absoluto denota falta de decisión y seguridad, pero si nos pasamos tampoco causaremos un buen impacto, porque transmite descontrol o afán de superioridad. Además, se aconseja mantener el apretón todo el tiempo con la misma fuerza, porque aumentarla o reducirla de golpe puede hacer sentir al otro que provoca eso en nosotros.

2. Mientras das la mano, mira a los ojos. La mirada aporta confianza a la relación, y es probable que en función de ese simple momento se marque en gran medida el resultado de esa conversación.

3. La duración también importa. En general se aconseja no parar demasiado pronto ni estar demasiado tiempo. Entre dos y cinco segundos aproximadamente, según culturas en todo caso. Normalmente se entiende que quien inició el saludo marcará el final

4. La palma de la mano extendida transmite apertura. Estirar la mano y darla bien hace sentir a la otra persona que hay una actitud abierta, transparente y confiada. El puño cerrado, por el contrario, tiene un impacto negativo porque se percibe la distancia, la poca flexibilidad o la desconfianza, algo que afectará sin duda durante la conversación posterior.

5. Si la otra persona ofrece la otra mano, es recomendable darla. Hay culturas o estilos personales que tienden a dar la segunda mano como un añadido a la primera. Suele ser un gesto amistoso, afectuoso y cordial, con lo cual es importante corresponderlo si es que uno quiere crear esa sensación de mutuo aprecio.

6. La colocación de la mano debe ser equilibrada. Las relaciones jerárquicas suelen implicar una posición dominante de una palma de la mano sobre otra, así que si lo que uno busca transmitir es igualdad y cordialidad, es esencial colocar las manos a la misma altura, de lado, para que ninguna tome una posición superior.