La mayoría de ciudadanos considera que la información recibida durante el COVID-19 fue excesiva, confusa y poco fiable

| 31 MAYO 2022

La información sobre el COVID-19 recibida por los ciudadanos durante la pandemia fue excesiva y poco comprensible y fiable. Esta es una de las principales conclusiones que arroja el informe La Comunicación de la pandemia, desarrollado por Estudio de Comunicación y La Razón, que presentaron ayer en el Consejo General de Colegios Farmacéuticos.

Según este estudio, más de la mitad de los ciudadanos consultados (53,2%) considera que recibieron excesiva información; uno de cada cuatro (25,3%), que fue suficiente y uno de cada cinco (21,5%) que fue escasa o insuficiente.

Además, seis de cada diez receptores finales de estas informaciones (57,8%) ponen un suspenso a la fiabilidad de estas -variable que obtiene de media un 4 sobre 10- y tres cada diez (30,9%), a la comprensión -dimensión que registra un 5,7-. Estos datos mejoraron durante la fase de vacunación.

El estudio, presentado por el presidente de Estudio de Comunicación, Benito Berceruelo, también indica que los ciudadanos se muestran especialmente críticos con la mayoría de las fuentes de información. Según estos, los políticos son los que menos confianza generan en sus informaciones con 2 puntos sobre 10, seguido de medios de comunicación (3,7) y Administraciones públicas (3,7).

Los emisores más fiables son los sanitarios (6,9), científicos (6,7) y, con notable diferencia y al borde del suspenso, funcionarios (5,1) y entidades internacionales (5). Sobre este último, Juan Carlos Gil Rubio, director general para España y Portugal de Moderna, considera “preocupante la muy poca percepción de fiabilidad de las instituciones internacionales por parte de la población”.

El nivel de comprensión de los periodistas de la información que recibieron durante la pandemia obtiene un 6,1; casi un punto más que el nivel de comprensión del personal de farmacia, enfermería, medicina y cirugía (5,2). Un sorprendente dato que Berceruelo atribuye a “la alta autoestima de los periodistas”.

Las fuentes más fiables, las científicas y sanitarias; las que menos, las políticas.

Las fuentes en las que más confían los periodistas son los científicos (7,4), sanitarios (7,3), consejos y colegios profesionales (7) y entidades internacionales (6,4). Los que menos, los políticos (2,4), funcionarios (3,2) y superiores jerárquicos (3,5).

Los profesionales sanitarios son todavía más críticos con la fiabilidad de las fuentes, ya que suspenden a seis de nueve. Los consejos y colegios profesionales son los que más confianza informativa transmiten (6,7), seguido de: científicos (6,6), entidades internacionales (5,3), informes o estudios extranjeros (4,6), superiores jerárquicos (4,3), Administraciones (3,6), medios de comunicación (3), funcionarios (2,5) y políticos (1,4).

La politización, uno de los mayores generadores de desconfianza.

Entre las causas de esta desconfianza informativa destaca la politización. Juan Abarca, presidente de HM Hospitales denuncia que “la comunicación ha sido un desastre, empezando por los políticos, porque todo se politizó”. Por su parte, Sergio Alonso, director adjunto de La Razón considera que “el gran origen del mal ha sido la pésima información institucional que ha habido. No se trata de una cuestión ideológica sino de gestión. Hubo un desastre en comunicación y eso es un dato objetivo”.

Entre otros factores del descrédito de la información sobre el COVID-19, según Abarca, ha sido la actuación de los periodistas. “Los medios de comunicación”, critica, “más que informar, han buscado la noticia escandalosa, para posicionarse en un modo y otro en función de la tendencia ideológica”. Asimismo, considera que en círculo científico, en su opinión, “ha habido de todo”.

Sobre la crítica a los periodistas, el director adjunto de La Razón, explica que ante la merma de periodistas originada desde 2008, con la anterior crisis económica, “se cogió a periodistas generalistas para hacer información sanitaria. La pandemia fue la tormenta perfecta”. Alonso también señala las dificultades que han sufrido los periodistas para informar, por ejemplo, sobre irregularidades. Afirma que “son las informaciones más costosas y en las que más intentos de intimidación recibes por parte de administraciones para que dejes de publicar información”.

Entre las claves para gestionar estos desafíos destaca, según Rosa María García, directora de Salud de Estudio de Comunicación, “informar con rapidez, de manera solvente, continuada y con tranquilidad”. “Todos los implicados en la gestión de una crisis deben trabajar de manera coordinada y ahí el portavoz es fundamental”, asegura.