Javier Balmaseda: It’s now or never, Europe!
Pasadas las elecciones y asumido el shock de que esta cita se parezca cada vez más a un desahogo euroescéptico que a una conjura de quienes creen en la Unión, toca empezar la partida y jugar bien nuestras cartas. Si miramos al reparto de escaños del Parlamento Europeo, podemos ver una sociedad cabreada, frustrada y preocupada. Y aunque sean movimientos populistas quienes más ruido hacen, debemos tratar de entender y pensar lo que realmente está pasando.
Hace unos días, Mario Draghi presentaba en Bruselas su informe para “El futuro de la competitividad de Europa”, un documento de 400 páginas que, en sus dos tomos, aporta un análisis de la situación de la UE y ofrece 170 medidas para el que será el gran reto de esta legislatura que empieza: ¿Cómo podemos volver a ser líderes en competitividad y productividad sin renunciar al espíritu social tan arraigado la Unión desde su fundación?
Los otros grandes actores económicos en el mundo con los que compararnos -y competir- son EE.UU. y China. Pero nuestro modelo de economía social de mercado hace que la ecuación europea sea más compleja de resolver. No queremos renunciar al Estado de bienestar ni tampoco renunciar a un libre mercado en que el Estado no dicte las decisiones de empresas y el destino de sus trabajadores. Europa quiere seguir siendo un espacio de progreso y libertad individual, de oportunidades y calidad de vida.
Draghi, casualmente considerado un tecnócrata muy ligado a la “eurocracia” -recordemos que fue presidente del BCE en momentos clave para la moneda única- propone precisamente medidas que podrían dar una solución que equilibre las tensiones que recorren Europa. Porque apunta con valentía a errores propios -del regulador europeo-, pero también a medidas urgentes que tiene que salir de los 27.
Entre los “mea culpa” una autocrítica que muchos pensaban desde hace tiempo, pero nadie se atrevía a decir en la sala de prensa de la Comisión Europea: necesitamos un mejor proceso regulatorio. Y fue incluso un paso más allá, poniendo el foco en el exceso de regulación que se produce desde Bruselas.
Draghi ilustraba con ejemplo esta tendencia, recordando que desde 2019, la UE ha aprobado alrededor de 13.000 leyes, mientras que EE. UU. ha aprobado tan solo 3.000 leyes y 2.000 resoluciones. La regulación que se aprueba en Bruselas aterriza después en la vida real del tejido productivo como un nuevo “check” de burocracia al que hacer frente. Y cuanta más regulación creamos, más probable es que esta sea inasumible por los PYMEs o pequeños emprendedores.
«Más eficiente y ágil»
Pero no es sólo una cuestión de cantidad. El proceso regulatorio de la UE debe ser más eficiente, y más ágil. La toma de decisiones de Europa debe ser reformada, según Draghi. Reducir la burocracia y hacer que los mecanismos de toma de decisiones del bloque sean más eficientes nos permitiría actuar más rápidamente. “Europa no coordina donde importa, y los procesos regulatorios de la UE no han evolucionado sustancialmente a medida que la Unión se ha ampliado y el entorno global se ha vuelto más hostil y complejo,” dijo Draghi.
La otra gran pata de la propuesta de Draghi son las peticiones a los Estados. Se necesita más integración, ceder competencias, coordinar políticas y financiar adecuadamente este plan.
«Desde 2019, la UE ha aprobado alrededor de 13.000 leyes, mientras que EE. UU. ha aprobado tan solo 3.000 leyes y 2.000 resoluciones».
Necesitamos tomarnos en serio que los 27 estamos en el mismo barco y la única vía de recuperar una competitividad líder en el mundo es enfocar conjuntamente aspectos clave como bajar el precio de la luz (con energía verde barata producida en Europa), asegurar el abastecimiento de materiales críticos para nuestras industrias, invertir en defensa e I+D de defensa conjuntamente (para asegurar nuestra seguridad y aprovechar el impulso que daría a nuestras industrias), asegurar la formación en habilidades -“skills”- de los trabajadores en Europa (sin los cuales nos quedaremos atrás en la revolución de la IA)…
Europa está atrapada en una estructura industrial estática. Las principales compañías en investigación y desarrollo son las mismas de hace 20 años, principalmente en el sector del automóvil (donde tampoco ya lideramos a nivel global). Existen demasiadas barreras que impiden que la innovación escale. Desde 2008, casi el 30% de los unicornios europeos -empresas que valen más de 1.000M€- se han marchado, la mayoría a EE.UU. Europa necesita fomentar y retener la innovación. Sin innovación no seremos nadie en la revolución de la IA y nuestro Estado del bienestar europeo estará condenado a la agonía. hay que actuar ya. It’s now or never.