Historia de un chollo: por qué Facebook compró Instagram y por qué quieren obligarle a venderla
Cuando Facebook acordó la adquisición de Instagram por 1.000 millones de dólares cundió una sensación de sorpresa generalizada. Era una red social pujante en aquel 2012 pero solo tenía 25 millones de usuarios frente a los casi 1.000 que ya rozaba la plataforma compradora. Algunos analistas creyeron que se trataba de una cifra desmesurada, aunque la caída posterior de las acciones de Facebook la redujo a 715 millones. Con el paso del tiempo no solo resulta difícil negar que resultó una ganga increíble, sino que además se habla de esa operación como un error de regulación histórico que permitió la creación de un monopolio.
Sin filtro: la historia secreta de Instagram recorre el proceso por el que la aplicación para móviles creada por Kevin Systrom y Mike Krieger para acoger fotos artísticas acabaría convertida en un fenómeno social y económico reflejado en el nuevo colectivo que ayudó a crear, el de los influencers. Sarah Frier, redactora de Bloomberg, lo publicó en abril de 2020 pero su lectura ha adquirido relevancia en la actualidad con motivo de las dos demandas anticompetencia que afronta Facebook. En ambas Instagram es citada como un elemento clave por parte de la Comisión Federal de Comercio (FTC) y los fiscales de 46 de los 50 estados de EEUU para explicar el predominio de la compañía de Mark Zuckerberg, y ambas piden su desanexión en beneficio de la competencia.
Nada de eso se intuía en el horizonte en los meses previos a la compra por parte de Facebook. De hecho parecía más factible que Instagram acabara en manos de Twitter. Frier cuenta como Jack Dorsey, hoy consejero delegado de la plataforma de microblogging, fue una de las primeras celebridades enganchadas a Instagram. Su pasión por esa red social le llevó a ofrecer consejo a Systrom para ayudarle a consolidarla y posteriormente intentó que Twitter la adquiriera. Los tanteos no llegaron a nada y Facebook apareció con una oferta irrechazable que extrañó en la época.
Uno de los argumentos que Zuckerberg utilizó en una de sus comparecencias de 2020 ante el subcomité antimonopolio de Senado fue el de que nadie podía predecir el éxito de Instagram y que en todo caso se ha debido sobre todo a los recursos que Facebook le ha facilitado desde la compra. Eso viene matizado por lo que cuenta Frier sobre el uso de Onavo, una VPN (red privada virtual) de Facebook que había ayudado a detectar el creciente número de instalaciones de Instagram. Esa información fue clave para que Zuckerberg decidiera hacerse con esa aplicación por la competencia que podía suponer a futuro, tal y como revelaron correos internos de la época que afloraron durante la investigación del subcomité que concluyó que Facebook opera en régimen de monopolio.
Tal y como cuenta el libro, Instagram llegó a crecer tanto que internamente se planteó un estudio para determinar si acabaría devorando a su propia empresa matriz. Y en ese escenario las relaciones entre Zuckerberg y los cofundadores se hicieron más tensas, hasta el momento en el que estos decidieron abandonar la empresa en el contexto de una integración mayor en la que no se sentían cómodos. Para entonces Instagram ya era una plataforma de más de 1.000 millones de usuarios que aportaba en torno al 20% de los ingresos de Facebook. Hoy es tal vez la propiedad más valiosa de la compañía en la medida en que se ha visto poco afectada por crisis de imagen y se ha convertido en un estándar comunicativo de jóvenes y famosos, especialmente a raíz de la copia del formato de historias creado por Snapchat en 2016.
El relato de Frier termina con la salida de Systrom y Krieger, pero está por ver el final de las demandas que plantean la desinversión de Facebook en Instagram para restablecer parte de la competencia en el mercado de las redes sociales que nadie vio peligrar en 2012. Ambos procesos pueden durar años y de momento Facebook sigue presentando resultados espectaculares en los que Instagram tiene un papel cada vez más importante.