Primera página de The Times del pasado 9 de febrero.

Los medios tradicionales sacan pecho tras el boicot de los anunciantes a Google

| 29 MARZO 2017

El sector publicitario del Reino Unido está viviendo una auténtica revolución después de que varios grandes anunciantes hayan decidido suspender sus inversiones en Google hasta que aplique un mayor control sobre los contenidos que se difunden, por ejemplo, en YouTube.

De momento, esta polémica se ha restringido a las Islas Británicas, pero no se descarta que se expanda rápidamente a otros territorios, pues Londres es la plaza -con diferencia- referente de Europa en la industria publicitaria.

En este sentido, los anunciantes españoles ya mostraron su preocupación ante el perjuicio que estaban sufriendo a la hora de publicitarse en plataformas digitales que difunden contenidos poco recomendables.

Sea como fuere, en un giro de tuerca sorprendente, los medios tradicionales -a los que la mayoría daban por muertos desde hace años- están alardeando en los últimos días de ser cabeceras consolidadas y rigurosas, en las que las marcas pueden confiar. Esperan, de esta manera, recuperar a los anunciantes que les han abandonado para echarse en manos de Google y Facebook.

Movimiento impulsado por Murdoch

De hecho, hay que recordar que el escándalo de los vídeos de YouTube con contenidos racistas o filoterroristas fue destapado por The Times. Además de ello, esta publicación no ha dejado que el incendio se apague, con sonoros titulares como «Google deja que YouTube mantenga vídeos antisemitas» o «Las marcas globales evitan a Google».

Más allá de eso, su director ejecutivo, Robert Thomson, ha calificado a las grandes compañías tecnológicas como «plataformas para la piratería».

Hay que recordar que el editor de The Times es News Corp., que está en manos del australiano Rupert Murdoch. Este ‘pope’ de la comunicación es un crítico habitual de empresas como Google y Facebook. No en vano, su empresa ya denegó permitir a al buscador enlazar a los artículos de más calidad publicados en las versiones impresas de The Times o The Sunday Times.

Otro ejemplo de este posicionamiento se advirtió hace unos días en un correo electrónico enviado por News Corp., citado por thedrum.com. En él se dice que «estamos en una era en la que la integridad no tiene precio, aunque los distribuidores digitales han sido durante mucho tiempo una plataforma para lo falso«. Insistiendo en ello, el escrito pone de relieve que estas empresas tecnológicas «han erosionado la integridad del contenido al socavar su procedencia». En definitiva -dice News Corp.- «los distribuidores de contenido se están beneficiando a expensas de los creadores y de la veracidad», con lo que celebra «el despertar» en la industria publicitaria.

No solo las críticas proceden de Murdoch. También The Guardian se ha posicionado en la misma línea. Su director financiero, Hamish Nicklin, dijo hace unos días que «ahora hay una esperanza de golpear al duopolio tecnológico y que los ingresos se repartan mejor».

The Guardian: El contexto en el que se mueven empresas como Google y Facebook «es una mierda».

Subiendo el tono, este directivo dijo que el contexto en el que se mueven empresas como Google y Facebook «es una mierda». Así, argumentó que «hay una diferencia significativa entre un entorno premium como el Financial Times y el Guardian; y Facebook».

En otros términos -pero bajo la misma argumentación- se expresó Luis Enríquez, consejero delegado de Vocento, en una entrevista concedida a DIRCOMFIDENCIAL esta semana.

El directivo dijo que «en este momento van sucediendo cosas en el mercado que van aclarando la posición y la aportación de valor de las cabeceras tradicionales, que tienen redacciones jerarquizadas, con especialistas magníficos, corresponsales en todo el mundo, con capacidad para poder analizar, con recursos y medios para poder ofrecer información contrastada. Y luego hay vehículos donde los ciudadanos están recibiendo información que no lo es, son opiniones individuales. Pues el valor de la información que emerge de las marcas tradicionales está empezando a jugar un papel decisivo».