Los periodistas de La Vanguardia celebran el retorno al teletrabajo: “Nos sentíamos inseguros en la redacción”
Jordi Juan, director de La Vanguardia, contó en un evento organizado por Servimedia el 7 de octubre que alrededor del 70% de su plantilla estaba acudiendo a la redacción, como parte de su discurso en defensa de la presencialidad y sus ventajas. Menos de una semana después, el día 13, comunicó por correo electrónico a todos los empleados del periódico que trabajar en remoto volvía a ser voluntario. Entre ambas fechas Cataluña había experimentado un aumento del 43% en los casos detectados en los 7 días anteriores y la portada del diario correspondiente al 12 de octubre apuntaba que esa misma semana la Generalitat anunciaría nuevas medidas para fomentar el teletrabajo.
Entre miembros de la plantilla consultados por DIRCOMFIDENCIAL la reacción compartida es de alivio. Un redactor lo resume en que “nos sentíamos inseguros en la redacción”. Otro habla en términos similares al indicar que “la única medida que había era un gel a la entrada. La empresa presentó un plan al Comité de Empresa en el que defendía que se cumplían todas las medidas de distancia entre trabajadores, y sí es cierto que estábamos anchos y teníamos amplitud. Pero vaya, la sensación era que si había un positivo ahí pringábamos todos”.
Para ellos y otros empleados la concentración de gente era excesiva para las circunstancias actuales. Sobre todo comparada con los números más conservadores de otros medios que como mucho hoy acogen a la mitad de sus equipos de forma concurrente. Ese era en principio el plan que estaba sobre la mesa antes del verano también en La Vanguardia, pero “a la vuelta de vacaciones alguien de los que manda se vino arriba y quiso a todo el mundo en redacción”, según una periodista. El resultado fue un retorno generalizado con la excepción de personas con patologías previas y colectivos de riesgo que se produjo de forma paulatina entre la segunda y la tercera semana de septiembre, poco después del puente de la Diada.
Una de las fuentes internas consultadas dice no comprender el porqué de este regreso mayoritario en la medida en que el periódico vivió con angustia en marzo el ingreso en la UCI de Lluís Uría, uno de los subdirectores, que contó en primera persona su experiencia. Suso Pérez, antiguo Defensor del Lector del periódico, lo recordaba en su escrito de despedida del cargo, en el que hablaba igualmente de su experiencia como enfermo de coronavirus entre mayo y junio. Ambos tienen en común una edad en torno a los 60 años y un redactor señala que un porcentaje importante de los empleados de la casa tiene más de 50, lo que les deja a las puertas de ser población de riesgo. Eso no ha impedido que algunos de ellos quisieran regresar a la redacción voluntariamente porque decían no poder trabajar en casa, mientras una parte significativa de sus compañeros expresaba en privado su descontento por verse obligada a hacerlo.
En el citado encuentro de Servimedia, el director de La Vanguardia señaló que “es necesario volver a trabajar como antes de la pandemia en la redacción porque el contacto personal fomenta el debate, la creatividad. La comunicación por internet no da para hacer pedagogía”. Esas reflexiones van en línea con lo que ha sostenido en público el consejero delegado de Vocento o con lo que el director de El País ha trasladado a su plantilla. En el caso de El Confidencial ese razonamiento se ha extendido a la presunta caída de calidad de la producción en remoto y el regreso se ha producido con tres cuartas partes de los empleados en contra. Redactores de todos esos medios cuestionan en privado esos argumentarios en una situación de crisis sanitaria como la actual y los atribuyen a un presencialismo cultural más que a una dinámica realmente beneficiosa para hacer su trabajo.