Luis SerranoLuis Serrano.

Luis Serrano: Riesgos de sexta generación en un mundo en policrisis

| 24 JUNIO 2024

Nos enfrentamos a un entorno caracterizado por lo que muchos denominamos permacrisis favorecido por la emergencia de policrisis persistentes en un continuo proceso de aceleración.

Eventos recientes como la pandemia del COVID-19 han servido como catalizadores de un cambio de paradigma en la emergencia continua de crisis globales auspiciadas por un cada vez mayor catálogo de riesgos.

No son únicamente las crisis sanitarias las que nos afectan: la catástrofe climática; conflictos bélicos como la guerra Ucrania; problemas energéticos; interrupciones en la cadena de suministros y diversas crisis económicas forman parte de un complejo entramado de desafíos a los que nos enfrentamos diariamente.

Las empresas, tanto grandes como pequeñas, están en una situación donde los riesgos tradicionales ya no son los únicos a considerar. Nos encontramos ante nuevas amenazas, muchas de las cuales no son fácilmente identificables.

Ante esta realidad, algunas organizaciones han optado por una postura de adaptabilidad reactiva, asumiendo que es imposible prever todos los riesgos y que lo mejor es adaptarse una vez que las crisis se manifiestan. Y no es que nos lo imaginemos. Recientemente mi socia María Luisa Moreo y yo asistimos a una jornada sobre riesgos del sector energético y allí, los cuatro ponentes, coincidieron en que para qué anticipar si ya no sabes qué más te puede pasar. Total, si con el COVID salimos triunfantes (decían) lo haremos con cualquier cosa.

«Algunas organizaciones han optado por una postura de adaptabilidad reactiva, asumiendo que es imposible prever todos los riesgos y que lo mejor es adaptarse una vez que las crisis se manifiestan».

No es mejor adaptarse

Sin embargo, sostengo que esta aproximación es un grave error. La idea de que es mejor adaptarse en el momento de la crisis en lugar de anticiparla tiene un fallo fundamental: la anticipación es, en muchos casos, nuestra mejor defensa.

La gestión de riesgos efectiva requiere no solo una adaptación rápida y eficaz, sino también una anticipación informada y proactiva. Es más, no anticipar los riesgos; no mitigarlos; no limpiar el monte en invierno y abandonar las zonas rurales ya sabemos qué consecuencias tiene. Ahí están los incendios de sexta generación que se caracterizan por superar la capacidad de extinción.

Por tanto, es incomprensible arrojar la toalla ante un escenario de riesgos anabolizado por el contexto geopolítico. Hacerlo nos aboca a enfrentar riesgos de sexta generación que superarán nuestra capacidad de adaptarnos.

«Es incomprensible arrojar la toalla ante un escenario de riesgos anabolizado por el contexto geopolítico».

Aprender de la Gestión de Emergencias

Observando el campo de las emergencias, particularmente la gestión de incendios forestales, podemos obtener valiosas lecciones. En este ámbito, insisto, existe una máxima que dice que “los incendios se apagan en invierno”. Esta frase encapsula la idea de que es en los momentos de calma y previsibilidad cuando debemos prepararnos para las eventualidades. Limpieza de bosques, creación de cortafuegos, y otras medidas preventivas son acciones esenciales que se toman antes de que se manifieste el peligro.

Del mismo modo, en el ámbito empresarial y social, la identificación y mitigación de riesgos antes de que se conviertan en crisis es crucial. Esta preparación puede tomar diversas formas, desde la identificación de riesgos, la creación de planes de contingencia, o la implementación de sistemas de monitoreo y alerta temprana para identificar señales de advertencia.

Riesgos de Sexta Generación

Los especialistas del GRAF de Bombers de la Generalitat de Cataluña, Marc Castellnou y Antoni Rifà, junto al director de Emergencias de la Comunidad de Madrid, Pablo Cristóbal (con quien tengo el gusto de trabajar desde hace años), acuñaron en 2007 el concepto de incendios de sexta generación, caracterizados por su velocidad, intensidad y capacidad de destrucción, producto de la confluencia de diversos factores como el cambio climático y la gestión deficiente de los recursos naturales.

Análogamente, considero que hoy podemos hablar de riesgos de sexta generación donde la intervención humana sobre los ecosistemas del planeta ha propiciado la emergencia constante de crisis que nos abocan a escenarios de resolución de las mismas que, a su vez, complican cada vez más la resolución de las mismas. Esta intervención propicia que la capacidad de neutralización por parte de las organizaciones sea claramente superada, pudiendo abocarlas a una situación de catástrofe.

Estos riesgos no son solo una simple extensión de los problemas anteriores: representan nuevas formas de amenaza que surgen de la complejidad e hiperconexión de nuestro mundo moderno. El caos climático no es solo un problema ambiental (con 6 de los 9 límites planetarios ya superados), es una amenaza multifacética que afecta a la economía, la salud, y la estabilidad geopolítica.

Las guerras modernas no se limitan a conflictos territoriales, sino que tienen profundos impactos geopolíticos y económicos globales. Los problemas energéticos y de suministros son síntomas de una red de producción y distribución globalizada que es intrínsecamente vulnerable. Más aún con una transición renovable que da signos más que evidentes de ser un caos.

Estrategias proactivas de Gestión de Riesgos

La clave para manejar estos riesgos de sexta generación radica en la anticipación y en la preparación. Algunas estrategias esenciales incluyen:

  1. Identificación Integral de Riesgos:

Las empresas y gobiernos deben desarrollar catálogos exhaustivos de riesgos que incluyan tanto amenazas tradicionales como emergentes. El análisis debe ser dinámico, revisándose periódicamente para incorporar nuevos conocimientos y tendencias.

  1. Monitoreo Continuo y Alerta Temprana:

Implementar sistemas de monitoreo continuo que utilicen tecnologías avanzadas como Big Data, Inteligencia Artificial y Machine Learning para identificar patrones y señales tempranas de posibles crisis.

  1. Planes de Contingencia y Simulacros:

No basta con tener planes de emergencia. Es crucial llevar a cabo simulacros regulares para asegurar que todos los involucrados sepan cómo actuar en caso de crisis.

  1. Formación y Concienciación:

Invertir en la formación de personal y en campañas de concienciación para que todos los actores, desde empleados hasta líderes políticos, comprendan la importancia de la anticipación y sepan cómo contribuir a la mitigación de riesgos.

  1. Colaboración y Alianzas:

Fomentar la cooperación entre distintos sectores y países. Los problemas globales requieren soluciones globales y compartir información y recursos puede ser clave para anticipar y mitigar crisis.

Conclusión

En un mundo cada vez más complejo e interconectado, la gestión de riesgos requiere un enfoque proactivo y anticipativo. La lección de que los incendios se apagan en invierno es aplicable más allá del ámbito de la gestión de emergencias: debemos prepararnos en tiempos de relativa calma para las inevitables tormentas que se avecinan. Los riesgos de sexta generación demandan un cambio de mentalidad, donde la anticipación y la preparación se conviertan en las piedras angulares de nuestra estrategia. Tirar la toalla no ayuda.

«En un mundo cada vez más complejo e interconectado, la gestión de riesgos requiere un enfoque proactivo y anticipativo».

Si no aprendemos a identificar y mitigar estos riesgos de manera efectiva, no solo las empresas, sino la sociedad en su conjunto, podría enfrentarse a crisis de una magnitud y complejidad sin precedentes. La adaptación es crucial, pero la anticipación puede ser nuestra mejor defensa. Mejor no dejarlo todo al albur de la selección natural ¿No?

Luis Serrano, director general de Señor Lobo & Friends.