Jack Dorsey, CEO de Twitter.

Twitter pagará el 22% de lo que facturó en 2020 para zanjar una demanda por proyecciones irreales de nuevos usuarios

| 21 SEPTIEMBRE 2021 | ACTUALIZADO: 22 SEPTIEMBRE 2021 9:02

En un evento celebrado en noviembre de 2014 Twitter anunció que esperaba alcanzar 550 millones de usuarios mensuales activos a medio plazo y superar los 1.000 a largo. Ocho años después la cifra no solo no se acerca a ninguno de esos objetivos, aunque la métrica actual es de usuarios diarios activos, sino que la compañía se ha comprometido a pagar 809,5 millones de dólares a un grupo de inversores para zanjar la demanda que impulsaron en 2016 a causa de lo poco realista de aquellas estimaciones. Esa cantidad equivale al 22% de todo lo que facturó en 2020 y

Según los demandantes, la compañía intentó ocultar información clave sobre el comportamiento de los usuarios que resultaba relevante para comprender la evolución del negocio. De esa forma los anuncios realizados en el citado evento habrían sido más eficaces a la hora de conseguir que la acción subiera, como así sucedió. En esas mismas fechas dejó de ofrecer en sus resultados un dato clave para contextualizar la actividad de los tuiteros y el posible negocio asociado, el de las visualizaciones de los flujos de publicaciones.

Twitter lo justificó indicando que esa métrica se había convertido en irrelevante, a pesar de estar directamente vinculada con las impresiones publicitarias como fuente de ingresos mayoritaria de la empresa, y la reemplazó por otras en las que podía resultar más sencillo ofrecer mejores números. Entre ellas, la de los propios usuarios activos mensuales, que intentaba mejorar con mensajes automatizados engañosos a antiguos usuarios para que al menos entraran una vez en la plataforma. De ese modo se presentaban cifras que mejoraban la actividad real y por tanto ayudaban a que los inversores tuvieran una impresión distorsionada de la marcha de la empresa.

La plataforma ha comprometido 809,5 millones de dólares para resolver un conflicto que se remonta a 2016 y tiene su origen en estimaciones infladas ofrecidas en 2014.

La Comisión de Bolsa y Valores de EEUU (SEC) ya preguntó a la empresa en abril de 2015 si iba a proporcionar “métricas alternativas” que permitieran que los inversores pudieran entender las dinámicas de uso y su correlación con el negocio publicitario de la empresa. Y en julio de ese mismo año las acciones de Twitter se desplomaron un 15% después de que la compañía registrara el peor incremento de usuarios de un trimestre a otro en toda su historia y mostrara que apenas el 44% de los tuiteros utilizaban diariamente el servicio. Eso suponía empeorar el 48% publicado el año anterior y quedaba bastante por debajo del 65% que acreditaba Facebook en la época.

Twitter ha firmado ese acuerdo bajo la premisa de hacer constar que no cometió ninguna irregularidad en aquel momento. En 2014 su consejero delegado era aún Dick Costolo, que acabaría dejando ese puesto en junio del año siguiente. Lo hizo poco tiempo después de la polémica provocada por la filtración un memo interno en el que reconocía que la plataforma no había hecho suficiente contra la proliferación de trolls y como consecuencia había perdido usuarios. Jack Dorsey tomó el relevo a partir de entonces y los problemas que ha venido afrontando siguen siendo similares.