De izda. a dcha: Antonio Vargas (Google), Olga Lambea, (RTVE), Clara Jiménez (Maldita.es), Nemesio Rodríguez (FAPE), César González (La Sexta), y Jon Ariztimuño (Radio Televisión de Madrid).

Desinformación: del compromiso de periodistas y políticos a la alfabetización mediática

| 30 SEPTIEMBRE 2019

Las medidas adoptadas contra la proliferación de bulos y noticias falsas no dejan de ir por detrás de los acontecimientos. Sin embargo, este fenómeno está teniendo un aspecto positivo en el periodismo. «Ha obligado a periodistas y medios a intensificar la comprobación de los hechos», según aseguró el presidente de la FAPE, Nemesio Rodríguez, en la jornada sobre «La eclosión de las noticias falsas: cómo ganar la batalla a la desinformación».

En su opinión, la desinformación representa una oportunidad para reivindicar el valor de las marcas tradicionales y de confianza como alternativa a las redes sociales. Sobre todo en vista del interés de los editores por implantar próximamente modelos de pago. “Tampoco tengo dudas de que sin buenos equipos de periodistas, dignamente remunerados, los editores jamás podrán hacer el periodismo de calidad que necesitan para convencer a los usuarios de que hay que pagarlo”, reconoció Rodríguez.

Para el presidente de la FAPE, el auge de la desinformación responde a cuatro factores fundamentales. El primero no es otro que la pérdida que han sufrido los medios en su papel como intermediados entre la información y los ciudadanos.

En segundo lugar, esta desintermediación ha favorecido la difusión de bulos y rumores a través de las redes sociales, donde las medidas se revelan como insuficientes. En parte por las sofisticadas estrategias que rodean la desinformación. Como cuarto elemento se apuntó al abandono de la disciplina de verificación y contraste de noticias por parte de los periodistas en su ejercicio profesional.

Uno de los focos más preocupantes son Instagram y Whatsapp. Según Alba Precedo, de Infolibre, la primera plataforma es «ideal para las fakes porque las imágenes son grandes portadoras de desinformación y es muy difícil descubrir cuáles son falsas”. Respecto al poder de amplificación de la segunda, Raphael Minder, corresponsal de New York Times en España, considera que la población no percibe las noticias falsas como un problema grave.

«Sin buenos equipos de periodistas, dignamente remunerados, los editores jamás podrán hacer el periodismo de calidad que necesitan para convencer a los usuarios de que hay que pagarlo”

La forma en que se relativiza desde la sociedad el problema de las noticias falsas contrasta con la preocupación de los políticos. Tal y como aseguró José Cepeda, senador y miembro del Consejo de Europa, «no podemos permitir que los ciudadanos se sumen en la ignorancia. Es básica en nuestra sociedad una información veraz, objetiva y contrastada, porque sin ella los ciudadanos no tendrán criterio a la hora de votar”.

Para Clara Jiménez, cofundadora de Maldita.es, parte de la solución pasa por la alfabetización mediática y digital porque “todos somos conscientes de que la vida online es ya la vida real que llevamos como ciudadanos”. Tarea que no exime a los periodistas de su responsabilidad a la hora de «trabajar con las grandes plataformas, pero también hay que exigirles que sean más transparentes y que den más datos”.

Idea que también suscribe César González, director de informativos de La Sexta, para quien las plataformas deben controlar “las autopistas por las que van las noticias falsas, pero que pongan medidas de verdad”. Bajo riesgo de ser sancionadas si no cumplen con este compromiso, concluyó.