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Google afronta el juicio más importante de su historia y el más relevante en competencia desde el caso Microsoft

| 11 SEPTIEMBRE 2023 | ACTUALIZADO: 12 SEPTIEMBRE 2023 9:05

La recta final de este año presenta un evento histórico para la era moderna de internet. Google afronta en EEUU un juicio antimonopolio, el más importante de su historia como compañía y el de mayor calado desde el proceso que estuvo a punto forzar la segregación forzosa de Microsoft en 2000. El gigante tecnológico tendrá que hacer frente durante 10 semanas a la causa presentada por el Departamento de Justicia del Gobierno de Joe Biden tras tres años de preparación, que pone contra las cuerdas su predominio en búsquedas y cuyo resultado podría definir el nuevo escenario para las grandes compañías del sector.

Precisamente, la cuestión clave que tendrá que dirimir el juez del Tribunal Federal de Distrito para el Distrito de Columbia es extrapolable a esos actores y forma parte del debate regulatorio entre el Departamento de Justicia y la Comisión Federal de Comercio (FTC). Ambos organismos comparten la tarea de vigilar posibles comportamientos monopolísticos de las empresas y en los últimos años trabajan sobre la hipótesis de que las grandes compañías de la industria tecnológica alcanzaron esa relevancia y ese tamaño violando la ley. O al menos aprovechándose de que la regulación antimonopolio vigente, básicamente compuesta por las leyes Sherman y Clayton elaboradas a finales del siglo XIX, no está pensada para un contexto como el actual.

En concreto, esas normas habilitan a los jueces a aplicarlas cuando consideran que la conducta de una empresa es perjudicial para los consumidores, especialmente si redunda en subidas de precios. Y su origen se remonta a la necesidad de romper los monopolios en materias como acero o azúcar de la época para garantizar mayor competencia y, como consecuencia, productos mejores y más asequibles para los ciudadanos. Esos principios tienen aplicación directa más compleja en empresas cuyos servicios mayoritariamente son gratuitos, como es el caso de los gigantes tecnológicos, a cambio de información que luego sostiene grandes facturaciones publicitarias y crea dinámicas perjudiciales para esos mismos consumidores.

Esa perspectiva de calado más o menos reciente explican que los reguladores se muestren beligerantes con grandes operaciones de compra o fusión de compañías hasta el punto de intentar bloquearlas con frecuencia. Y a la vez están examinando las operaciones previas que consolidaron la posición de esas empresas, que en el caso de Google se sustancia, por ejemplo, en la revisión crítica del permiso concedido para comprar DoubleClick en 2007. Esa adquisición es la piedra angular de su negocio publicitario, que a su vez forma parte de una causa antimonopolio diferente que debería llegar a los tribunales el año que viene.

El gigante tecnológico tendrá que defender que su posición de predominio en búsquedas no ha sido obtenida de forma ilegítima al obstaculizar eventualmente a competidores.

Para entonces, Google habrá tenido que demostrar que no ha perjudicado a sus competidores en el segmento de las búsquedas, especialmente con su estrategia de reducir el espacio para enlaces salientes en los resultados a cambio de contenido que aflora para responder de forma directa a sus usuarios. Además, este juicio arrancará en plena controversia sobre la aplicación de inteligencia artificial por parte de la compañía y su posible impacto en el tráfico que muchos medios obtienen tradicionalmente del buscador.