Los canales piratas proliferan sin que la Administración actúe

| 11 JULIO 2016 | ACTUALIZADO: 11 JULIO 2016 10:02

La industria del sector audiovisual confiaba en que la implantación de la Televisión Digital Terrestre (TDT) pondría fin a las emisoras ilegales, también conocidas como piratas. Nada más lejos de la realidad. En los últimos años la ocupación fraudulenta del espacio radioeléctrico ha crecido de manera exponencial, sin que la Administración, la encargada de adjudicar las licencias de emisión, haya intervenirlo para impedirlo.

La Ley General de la Comunicación Audiovisual (LGCA) es muy clara al respecto y explica que la prestación de todos los servicios de comunicación audiovisual “necesitarán licencia previa otorgada mediante concurso por la autoridad audiovisual competente”. Emitir sin la correspondiente licencia acarrearía una multa que oscila entre los 500.000 euros y el millón de euros. Pese a que la prescripción no deja lugar a dudas, desde la llegada de la TDT la oferta de frecuencias ilícitas ha proliferado. Hasta el punto que por cada canal pirata que había en la señal analógica ahora habría cuatro.

La mayoría de estas televisiones emiten contenidos dedicados al tarot, la videncia o la televenta. Pero, además, de un tiempo a esta parte se ha detectado la irrupción de cadenas con una programación de contenido religioso. Según explica Victor Jara Quejido, presidente del Consejo Audiovisual Ciudadano – la asociación encargada de controlar las emisiones en Madrid- el uso ilegal que dan a la red este tipo de frecuencias les reporta una gran rentabilidad. Mientras que las primeras reciben ingresos a través de las llamadas del público, sujetas a unas tarifas muy elevadas, las segundas logran divulgar su mensaje religioso gracias a su señal ilegal.

Estas televisiones emiten contenidos de tarot, videncia, televenta y, en algunos casos, religiosos.

Si bien por la falta de medios no siempre resulta fácil identificar la ocupación de estos operadores irregulares, tampoco parece haber una gran voluntad política por parte de la Administración, ni nacional ni autonómica. En este sentido, la falta de control institucional ha motivado la proliferación de estas televisiones que operan sin título habilitante. Principalmente a nivel local, espacio que controlan las comunidades, las encargadas de adjudicar estas licencias licencias y supervisar el territorio. «Mientras no haya denuncia por usurpación de la licencia no llegarán a intervenir», advierte Jara Quejido.

Tampoco lo hace el Ministerio de Industria, que es el encargado máximo de ordenar el espectro radioeléctrico. La última intervención del Gobierno tuvo lugar durante el reparto de las últimas licencias de TDT, en el concurso convocado en octubre del año pasado, pero no se ha pronunciado sobre la presencia de estas señales piratas, pese a que en última estancia le correspondería penalizarlas o cerrarlas directamente. Más aún cuando algunos de los programas incluidos en sus parrillas no debería emitirse en determinadas franjas por protección al menor, según la LGCA.

Aunque basta con sintonizar cualquiera de estas señales para advertir su ilegalidad, la mayor complejidad consiste en identificar a la empresa responsable de la emisión. «Casi todas emiten a través de una frecuencia local y es realmente complicado detectar dónde tienen los repetidores porque además es habitual que cambian cada cierto tiempo de señal», explican fuentes expertas del sector audiovisual. Con todo, apunta, no destacan ninguna problemática mayor, salvo los problemas que puedan derivarse de los contenidos de su emisión, que «al margen de ser fraudulentos en ocasiones resultan perniciosos para la infancia».

Ahora bien, esto no evita que las comunidades autónomas se responsabilicen de hacer un seguimiento de la ocupación de su red digital. El último informe elaborado por el Consejo Audiovisual de Andalucía (CAA) constataba que 55 canales emitían de manera ilegal en la región, cifra muy inferior a los 82 contabilizados en 2014. Al mismo tiempo, este órgano advertía la diversidad de esta oferta televisiva, entre la que abundaban espacios dedicados al tarot pero también generalistas.

Aun con todo, los espectadores muestran una gran fidelidad por este tipo de televisiones, lo que por un lado explica su supervivencia financiera y, por otro, su continuidad en el espacio de la TDT, toda vez que logran huir del control administrativo mediante continuos cambios en la sede jurídica o en el propio nombre del canal. De este manera, el único caso en el que se contemplaría una intervención directa de Industria sería en aquel en el que una señal pirata de alcance local decidiera colarse en el multiplex de una nacional.