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Fernando Ujaldón: La IA y la comunicación en el horizonte de las organizaciones

| 31 ENERO 2024

2024 ha empezado con fuerza y desde una perspectiva cercana se plantean retos e interrogantes acerca de la Inteligencia Artificial (IA) que pueden marcar el futuro próximo del desarrollo tecnológico y significarán un capítulo más del acelerado proceso de transformación global en el que vivimos.

El indudable protagonismo de la Inteligencia Artificial del pasado año, omnipresente en todo el espacio mediático, promete continuar, sea para ubicarla como la solución a todos los males o como la causa misma de consecuencias negativas a las que tendremos que enfrentarnos en el plano ético, laboral y social.

En diciembre de 2023, tras años de negociaciones, la Unión Europea acordó su Ley de IA, el primer conjunto completo de leyes específicas del mundo para la inteligencia artificial que busca, fundamentalmente, garantizar que los modelos fundacionales de inteligencia artificial generativa no puedan suponer un riesgo o una vulneración a derechos fundamentales.

Ahora, todas las miradas estarán puestas en los reguladores de Bruselas para ver si predican con el ejemplo y hacen cumplir las nuevas normas, mientras que Estados Unidos, Reino Unido, China y las coaliciones globales, como el grupo de las siete principales democracias, se han lanzado a trabajar con sus propias propuestas para regular la IA.

En la misma línea, los líderes mundiales reunidos en Davos días atrás, no se han mostrado ajenos a una pregunta cada vez más frecuente en diversos ámbitos: ¿puede la sociedad confiar en la IA? Este nuevo punto de vista se explica porque la sensación inicial de optimismo y entusiasmo sobre las posibilidades introducidas por la IA en campos como la atención médica y la educación comienza a verse empañada por otros efectos no deseados que apelan a que su uso se haga de forma responsable. La misma encuesta anual de riesgos del Foro Económico Mundial sitúa a la información errónea, y la desinformación impulsada por la IA, como el mayor peligro en los próximos dos años. La encuesta afirma que el «nexo entre la información falsificada y el malestar social ocupará un lugar central» este año cuando más de 2.000 millones de personas acudan a las urnas en países como Estados Unidos e India.

Los líderes mundiales reunidos en Davos días atrás, no se han mostrado ajenos a una pregunta cada vez más frecuente en diversos ámbitos: ¿puede la sociedad confiar en la IA?

Es en ese contexto, los riegos sobre el uso de IA ya no pasan inadvertidos. Entre las mayores preocupaciones se encuentran la calidad de los datos que impulsan los diversos modelos de IA y cómo la tecnología ha llevado a la ampliación de contenido manipulador de alta calidad, como los deep fakes, a un costo relativamente bajo. Los críticos afirman que las empresas de IA generativa no han sido transparentes sobre la fuente de datos que alimentan sus grandes modelos de lenguaje, como ChatGPT, lo que genera preocupación sobre la confiabilidad de los datos subyacentes.

Entender el contexto y asumir el reto

Con un marco global cada vez más complejo, aparece para las empresas un doble interrogante: cómo encajan la incorporación de la IA en su negocio; y de qué manera aprovechar su potencial y comunicarlo de manera significativa, siendo fieles a su propósito.

Está claro que independientemente de dónde se encuentre una empresa concreta en su trayectoria de incorporación de esta tecnología, la Inteligencia Artificial (y la IA generativa en particular) está precipitando una transformación a gran escala, y a un ritmo trepidante, que dependerá de marcos regulatorios legales aún no definidos en su totalidad.

En esta etapa temprana de la incorporación de la IA en la que estamos inmersos, el éxito de su implementación tiene indudablemente que ver con las personas y el factor humano. En esencia, la adopción e implementación exitosa de la IA generativa será el resultado de aplicaciones exclusivamente humanas de la tecnología, si sabemos cómo navegar por ella y comunicar sobre su potencial. Sin embargo, no debemos olvidar otro punto de vista primordial, como el impacto cada vez más influyente de la IA en la sociedad. A pesar de todo su emocionante potencial, hay preguntas que siguen sin respuesta, entre ellas, cómo se regulará la IA para las generaciones futuras.

Ante este contexto, el papel que tenemos hoy las agencias de PR, y los expertos en comunicación con foco en el área de la tecnología, es crucial para ayudar a las empresas y organizaciones. Asumir el reto que plantea esta tecnología disruptiva y comunicarlo en equilibrio con una visión humanista capaz de fomentar la diversidad, constituye una respuesta estratégica para afrontar los desafíos a los que nos seguimos enfrentando.