Mark Zuckerberg.

Facebook conocía el efecto divisivo de sus sistemas ya en 2018 y renunció a hacer nada para remediarlo

| 28 MAYO 2020 | ACTUALIZADO: 29 MAYO 2020 9:12

“Nuestros algoritmos explotan la atracción del cerebro humano hacia la división”. Esto se pudo leer en una presentación interna de Facebook en 2018, que alertaba después de que, si no se controlaba, esa dinámica haría que la plataforma ofreciera un contenido cada vez más en esa línea para mantener la atención de los usuarios y aumentar su tiempo conectados. Así lo cuenta una nueva investigación de The Wall Street Journal, que apunta que ninguna de esas advertencias fructificó en cambios reales.

Según los documentos internos y las fuentes a las que ha accedido WSJ, uno de los motivos esenciales por los que no se llegó a aplicar ningún cambio fue el miedo a que tuvieran un efecto desproporcionado sobre usuarios y medios conservadores. En el momento en el que se desarrollaba este debate en el seno de la compañía, Facebook afrontaba acusaciones de sesgo relacionadas con la visibilidad que tenían las publicaciones de uno y otro ámbito ideológico, bajo la premisa de que los conservadores eran penalizados injustamente.

En años anteriores otras investigaciones internas ya habían alertado de que las dinámicas de funcionamiento de la plataforma podían ser orientadas por un número reducido de personas muy activas. A través de las interacciones continuadas podían alterar el funcionamiento corriente de los sistemas de descubrimiento y recomendación de grupos o contenidos, y eso a menudo proporcionaba visibilidad extra a colectivos extremistas de todo tipo.

Las alternativas presentadas por el grupo encargado de estudiar esas y otras situaciones fueron asumidas como problemáticas por sus propios miembros, ya que ponían en riesgo el crecimiento de usuarios de la plataforma y asociaban a Facebook a posturas morales concretas. Esto último abría la puerta a conflictos con los conservadores, algo especialmente problemático en un eventual escenario de regulación.

Esa polarización creciente en el debate político en EEUU, que ya era notoria antes de la aparición de Facebook, se disparó especialmente a raíz de la llegada de Donald Trump a la presidencia. Las sucesivas investigaciones periodísticas posteriores que detectaron injerencias y manipulaciones a través del uso de la microsegmentación publicitaria combinada con la desinformación elevaron el nivel del debate hasta desembocar en una comparecencia ante el Senado.