Mark Zuckerberg.

Facebook intenta aliviar la presión creciente sobre su algoritmo dando más control a los usuarios

| 6 ABRIL 2021 | ACTUALIZADO: 7 ABRIL 2021 8:56

El debate sobre las externalidades negativas que generan las plataformas se ha centrado en los últimos tiempos en las mecánicas que alimentan los algoritmos que deciden qué logra mayor visibilidad, hasta el punto de que ya hay propuestas de regulación al respecto en EEUU. Facebook es el actor más expuesto en ese sentido por la secuencia de crisis de imagen que arrastra en relación con este tema y acaba de dar un paso para rebajar la presión, en forma de mayor control para los usuarios sobre lo que acaban viendo.

Eso se concreta en dar más facilidades para evitar la selección algorítmica de contenidos, mediante el uso de dos filtrosFavoritos (hasta 30 personas o páginas a las que el usuario quiere dar prioridad entre el resto) o Más reciente (que sirve el contenido de todas las conexiones establecidas en orden cronológico). Ninguno de ellos es novedoso en realidad, pero sí lo es que ahora Facebook los aflore en el menú general al mismo nivel que el flujo que crea el algoritmo, de forma que ahora las tres opciones coexistan como pestañas de visibilidad equivalente en las aplicaciones móviles.

Este movimiento se ha producido apenas unos días después de que Mark Zuckerberg compareciera ante el Congreso por quinta vez en los últimos meses, en una sesión en la que tuvo que ofrecer explicaciones sobre el papel de Facebook en torno a la polarización ideológica en EEUU. El asalto al Capitolio por parte de seguidores de Trump ha acelerado el debate sobre las eventuales consecuencias del discurso divisivo en internet, y especialmente sobre el concurso de los algoritmos que lo retroalimentan.

Además el anuncio ha ido prácticamente de la mano de un largo artículo publicado por Nick Clegg, vicepresidente de Asuntos Globales de Facebook, en la que intenta reconducir la conversación en términos más positivos para la empresa. En él recuerda que los algoritmos de personalización de la experiencia son fruto de la actividad de los propios usuarios, con lo que son ellos mismos los que determinan en buena medida qué es lo que acaban consumiendo. Y apunta igualmente que la plataforma ha incrementado sus esfuerzos de moderación de contenidos y transparencia en los últimos años.

Entre ellas está la del consejo asesor de contenido, un organismo establecido para que cualquiera pueda recurrir a él de cara a pedir una revisión independiente de una decisión de la red social sobre una publicación. Pero el planteamiento no parece de momento todo lo ajustado a la realidad que algunos de sus miembros desearían. Al menos así lo confirmó recientemente Alan Rusbridger, ex director de The Guardian, que en marzo habló de una cierta frustración por el funcionamiento del sistema y apuntó precisamente que “en algún momento vamos a pedir ver el algoritmo, estoy seguro”. Para ello considera que será necesario incorporar perfiles tecnológicos al consejo de cara a auditar de manera eficaz el papel de esos procesos de personalización.

Otra de las cuestiones clave es la información que circula mayoritariamente por la plataforma en base a los incentivos que generan sus sistemas. El periodista Kevin Roose, que forma parte de la sección de Tecnología de The New York Times, publica habitualmente en Twitter una lista de los contenidos más populares en la plataforma en EEUU según Crowdtangle, herramienta de analítica propiedad de Facebook. Y los resultados muestran un éxito desproporcionado para creadores y medios habitualmente señalados como divisivos o desinformativos, como Dan Bongino o Ben Shapiro.

El elemento clave que define el éxito de la plataforma se ha ido convirtiendo en un problema recurrente de imagen que el asalto al Capitolio ha disparado.

Esa popularidad es discutida desde la red social, que indica a su vez que lo más popular entre los usuarios son historias positivas relacionadas con animales, bebés, periodos vacacionales y temas similares. Además Facebook ya tuvo que afrontar el año pasado un boicot de anunciantes por acoger discursos de odio, cuya prevalencia actual es estimada por Clegg en un 0,07-0,08% de todo el contenido.

En todo caso, Facebook afronta un dilema complicado que contrapone sus fundamentos económicos actuales con el futuro de la empresa: el flujo seleccionado según el comportamiento de los usuarios es el más eficaz para retenerlos y por tanto para monetizarlos, de forma que la plataforma se expone a reducir en alguna medida sus ganancias al hacerlo menos relevante; pero a la vez se ha convertido en el principal problema de cara a una eventual regulación por su vinculación cada vez mayor con polarización y desinformación, las dos grandes externalidades negativas que se le achacan. La red social tendrá que encontrar el equilibrio en esa situación.