El Instituto Reuters aflora el coste psicológico para los periodistas que han trabajado en historias sobre el coronavirus
Si muchos sanitarios están afrontando las secuelas mentales de haber visto morir a personas a causa del COVID-19, algunos periodistas sufren por haber tenido que contar sus historias. Un informe del Instituto Reuters pone sobre la mesa las consecuencias de haber ejercido en los peores tiempos de la pandemia a través de entrevistas a 73 profesionales de todo el mundo y el resultado es esclarecedor.
Hasta un 70% de quienes han respondido siente angustia en algún grado y un 26% muestra síntomas como insomnio, preocupación frecuente o baja capacidad de concentración, signos asociables a un cuadro de ansiedad. La situación es peor para el 11% que declara pensamientos y recuerdos recurrentes de sucesos traumáticos relacionados con el coronavirus, mezclados con sensaciones de miedo, rabia, culpa o vergüenza. En estos casos los síntomas apuntan a estrés postraumático.
Estos primeros resultados son la avanzadilla de un trabajo en marcha que pretende analizar los motivos de estas situaciones y las posibles soluciones. Una de las claves que aporta el estudio es que apenas el 4% de los encuestados era especialista en temas de salud, lo que contrasta con que un 74% indica que ahora está trabajando en esa temática en relación con la pandemia.
El informe pone de relieve además la diferencia a la hora de ejercer según el entorno y la experiencia. Informadores con 18 años de carrera en promedio que trabajan en cabeceras asentadas sienten que su salud está razonablemente bien, mientras que otros profesionales padecen por pensar que no están haciendo bien su trabajo debido a la ausencia de capacidad o de recursos para hacer frente a información de autoridades que no siempre resulta fiable.
Una mayoría de los periodistas participantes ha apuntado además que ha tenido que trabajar durante más horas y ha tenido que escribir más contenidos, un 60% en ambos casos. Esos factores explican igualmente una presión añadida y menos tiempo de descanso, lo que habría contribuido de forma directa a los síntomas mencionados anteriormente junto con el confinamiento y la necesidad de combinar ese ejercicio profesional con el cuidado de hijos.
El estudio fue realizado durante el mes de junio y lo dirigieron Meera Selva, directora del Programa de Becas para Periodistas del Instituto Reuters, y el doctor Anthony Feinstein, profesor de psiquiatría en la Universidad de Toronto y neuropsiquiatra. Este último ha hecho trabajos similares para examinar la salud mental de profesionales de la información que han cubierto otros sucesos traumáticos como los atentados del 11 de septiembre o la guerra de Irak.