The New York Times afronta su enésima guerra cultural interna en el contexto de la cobertura de Gaza
En las últimas semanas viene discurriendo en el seno de The New York Times una investigación interna para determinar si alguno de sus miembros filtró información confidencial sobre la cobertura de la guerra en Gaza a otro medio.
Según revela The Wall Street Journal, en torno a 20 trabajadores del periódico han sido entrevistados por la directora de política interna Charlotte Behrendt en lo que se ha convertido en un nuevo choque de perspectivas sobre cómo informar de asuntos controvertidos.
En concreto el conflicto parte de la publicación de un extenso y gráfico artículo sobre el uso de violencia sexual sobre mujeres por parte de Hamas en el ataque a un festival el pasado mes de octubre, que luego fue respondido por Israel con la actual invasión del territorio gazatí.
Algunos trabajadores del periódico cuestionaron la oportunidad y la verosimilitud de esa publicación a la vez que protestaban porque no se le diera una atención equivalente al sufrimiento de los habitantes de la franja, lo que obligó a la dirección a respaldar el artículo.
El impacto de ese artículo iba a trasladarse a un episodio del popular podcast diario de The New York Times, pero la información de los debates internos fue filtrada al medio The Intercept.
Behrendt, abogada de formación, ha hablado desde entonces con varias personas que se habían mostrado críticas con el artículo para intentar averiguar si alguna de ellas había proporcionado esa información. Esa investigación ha involucrado a representantes de trabajadores que protestan por lo que consideran un señalamiento que no ayuda a abordar la cuestión clave sobre la cobertura de una guerra que ha dividido a la redacción.
La publicación de un artículo sobre el uso de violencia sexual por parte de Hamas en su ataque a una fiesta israelí ha desencadenado un clima de división.
Esta situación da continuidad a otros problemas internos documentados en los últimos tiempos por otros medios, que afloran posturas contrarias sobre cómo The New York Times debe cubrir determinados asuntos que se han convertido en el centro de guerras culturales. Los trabajadores más jóvenes incorporan perspectivas más vinculadas a lo que entienden como justicia social, relacionadas con aspectos de clase, raza o género, y rechazan parte del ejercicio periodístico de sus mayores en la redacción. Y eso a veces desemboca en discusiones en espacios como Slack que trascienden fuera del periódico o se trasladan a la antigua Twitter.
Así lo ha reconocido abiertamente su director Joseph Kahn en más de una ocasión. En los comentarios que ha hecho al respecto ha puesto en algunas ocasiones el acento en los empleados que se han ido incorporando al diario en áreas vinculadas al producto digital, que no tienen formación en periodismo ni están acostumbrados a valorar su independencia. Y también ha expresado su preocupación porque los periodistas en formación no se estén educando en universidades en las que se les enseñe la importancia de ser tolerantes con visiones diferentes a las suyas.